Dos hombres, Francisco Benítez Mellado y Juan Cabré Aguiló, han hecho posible que hoy podamos contemplar pinturas prehistóricas que, en muchos casos, ya no existen debido a los actos vandálicos o al abandono. Contratados por la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas en 1912, estos dos artistas recorrieron España reproduciendo pinturas prehistóricas. El hallazgo de la cueva de Altamira que se produjo en 1868 había desatado el interés de estudiosos de todo el mundo que acudían a España en busca de información. Consciente de la riqueza de este patrimonio y de la necesidad de proporcionar datos veraces y documentados, el gobierno de Alfonso XIII puso en marcha esta Comisión que realizaba copias fidedignas para ser, posteriormente, analizadas en los centros de investigación del momento. Libreta en mano, papel vegetal, mochilas, cantimploras, mantas y demás enseres acompañaron entre 1912 y 1933 a estos dos copistas de la Prehistoria hasta calcar 112 obras que pueden contemplarse hasta el 19 de mayo pueden en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Madrid.
La técnica consistía en colocar una lámina de papel cebolla sobre la pintura para reproducir fielmente el original. A veces tenían que hacerlo tumbados, otras en difícil equilibrio y prácticamente todas con ayuda de iluminación artificial. Fotografías de la escena eran tomadas para, posteriormente, terminar la obra en el taller. Conservadas durante todos estos años en el archivo del MNCN, han sido ahora rescatadas y restauradas para poder exhibirse.
Redacción QUO