El 24 de noviembre de 1974, Donald Johanson y Tom Gray estaban realizando excavaciones en Hadar, Etiopía. Habían conducido todo el día para explorar un sitio cercano sin resultados y cuando regresaban al vehículo, Johanson sugirió tomar una ruta alternativa hasta él, pasando por un barranco cercano. Fue entonces cuando comenzó a ver huesos, fragmentos de cráneo, fémur, costillas, la pelvis y la mandíbula inferior. Dos semanas más tarde, después de cientos de horas de clasificación, recuperaron el 40% del esqueleto de un homínido, una hembra de 1,1 metros de altura que se convertiría en el esqueleto más famoso del mundo (con perdón de Miguelón) al explicar la relación entre los primates y los humanos.
Después de muchos estudios, se confirmó que el esqueleto era de una Australopithecus afarensisque caminaba sobre sus dos extremidades inferiores. Esto se sabe por los pies arqueados, por adaptaciones en la pelvis y en ciertas articulaciones de las extremidades.
Aunque más tarde se encontró a Ardi y se confirmó que el bipedismo es probablemente previo a la separación entre nuestra rama evolutiva y la de los chimpancés, Lucy permitió dibujar con tinta indeleble nuestro árbol evolutivo en muchos de sus aspectos.
Hasta aquí, su importancia. Ahora su leyenda. Se afirma que su nombre proviene de la canción Lucy in the Sky with Diamonds, de los Beatles, que se escuchaba en la radio del campamento de Hadar. Puede que no solo sea la del cuarteto de Liverpool la que se escuchara (estrenada en 1967), ya que justo el 18 de noviembre de 1974, Elton John lanzó su propia versión, con la voz de John Lennon de fondo. Así que es muy probable que la radio pasara ambas versiones de modo frecuente.
Lucy in the Sky with Diamonds, pese a todas las leyendas urbanas que la relacionaban con el LSD, surgió, según los Beatles, inspirada en las historias de Lewis Carroll, en particular en Alicia en el País de las Maravillas. Y Charles Darwin y Lewis Carroll (el seudónimo del catedrático de matemáticas Charles Lutwidge Dodgson) tenían mucho en común según algunos estudiosos. En primera instancia intercambiaron correspondencia. En 1872 Carroll, un fotógrafo amateur, le propuso tomarle algunas fotografías, algo que Darwin habría agradecido pero rechazado pensando que jamás las usaría, según consta en la correspondencia de este último. Probablemente ambos se cruzaron más de una década, cuando uno de los mayores debates sobre la evolución tuvo lugar en Oxford, en 1860, cinco años antes que Lewis Carroll ocupara la cátedra de matemáticas durante 26 años.
Y puede que Darwin haya sido un poco “carrolliano” en sus primeros escritos. El divulgador Richard Conniff explica en su libro Los buscadores de especies, esta simiitud. “El propio Charles Darwin sonaba como un fantasioso Lewis Carroll cuando describió cómo le cortó la cola a una lagartija: “Ante esto, el reptil estaba muy sorprendido y arrastrando los pies hacia arriba para ver de qué se trataba, me miró a la cara, como si quisieradecir : «¿Qué te hizo tirar de mi cola ?”. Claro que Darwin visitó las Galápagos casi 30 años antes que Carroll escribiera su obra más conocida.
Otros expertos que ven una relación entre ambos británicos son Jonathan Cape, Jo Elwyn-Jones y J. Francis Gladstone, autores del libro The Red King´s Dream, sobre los escritos de Carroll. En él señalan que el perro con el que juega Alicia es un homenaje a Darwin, algo que ya aseguraba, en 1935, el crítico literario William Empson, al comentar que los cambios de tamaño de Alicia eran una alusión a la teoría de la evolución.
También está el francés Jean-Jacques Lecercle, profesor e investigador de la literatura inglesa de la época victoriana, que en su libro Philosophy of Nonsense explica que «El lector de Alicia en el País de las Maravillas está en la posición de un explorador : el paisaje es sorprendentemente nuevose encuentra una nueva especie a cada paso, a cada cual más exótica que la anterior. Está lleno de bestias fabulosas, simulaciones de tortugas y huevos locuaces » .
Pese a las distancias entre todos ellos, Lucy, desde su esqueleto, los Beatles con su canción, Darwin, a partir de sus ideas y Carroll en su imaginación, han hecho algo en común: emocionarnos.
Juan Scaliter