Cuando alguien trata de estafar (caso extremo de codicia), lo hace de un modo mucho más racional, “aconsejado” más por las probabilidades de ser cazado que por la pena concreta a la que se enfrente. Es algo que otro Nobel del ramo, Gary S. Baker (1992), describió con detalle. En vez de tomar al criminal como un ser irracional (fuera de las reglas del sistema), pensó que más bien hay que estudiar su comportamiento como el de alguien racional que actúa en condiciones de incertidumbre. Todo un hallazgo, porque ayuda a entender ciertos movimientos financieros extraños.
Redacción QUO