En 1990, se descubrió la cueva de Bruniquel, situada en el sureste de Francia, había sido un refugio habitual para los neandertales. Desde entonces, se han realizado numerosas excavaciones en su interior para encontrar restos de aquellos primitivos pobladores. Y, ahora, la revista Nature acaba de publicar la noticia de uno de los más sorprendentes hallazgos que se han realizado en dicho yacimiento.
Los investigadores hallaron hasta 400 estalagmitas cortadas y agrupadas formando cuatro anillos, en torno a los cuáles se han detectado restos de fuego. La realización de los anillos se planificó cuidadosamente, aseguran los investigadores, porque emplearon estalagmitas de tamaño similar, y apuntalaron la zona para evitar derrumbes. Además, han aparecido restos de elementos usados en la construcción de estos círculos, y en las paredes de las que extrajeron las estalagmitas.
Pero a finalidad de dicha obra es un misterio. Pudo tener un significado ritual, aunque también pudiera ser que lo hicieran únicamente por estética, o por aprovechar mejor el espacio de la caverna. Vamos, que es cómo si los neandertales hubieran hecho reformas en la caverna.
Sea cual sea el motivo que les impulsara a hacerlo, el hallazgo resulta especialmente importante porque revela dos hechos asombrosos, según los investigadores: que los neandertales ya eran capaces de realizar obras y trabajos de notable complejidad técnica y que, además, eran capaces de dominar el fuego, que resultaba imprescindible para poder iluminarse en la profundidad de dicha cueva.
La investigación sobre este hallazgo va a continuar, y los especialistas están convencidos de que surgirán nuevas sorpresas. ¿Os imagináis que descubren que los neandertales ya hacían rodapiés?
Vicente Fernández López