Las etiquetas RFID (identificación por radiofrecuencia) sustituirán en breve a los códigos de barras. Con este sistema, el comercio sabrá exactamente qué productos se compran más, dónde estaban colocados en la estantería, etc. Hasta ahí, de lo más inocente. El dilema está en que la etiqueta sigue activa cuando el producto llega a casa. Los defensores de derechos civiles prefieren llamarlas chips espías. ¿Por qué? Pues porque con un lector adecuado, alguien podría saber mucho más de ti de lo que te gustaría: la ropa que compras, los postres que te gustan, eso que compraste sin contarle a nadie. Empresas como la francesa Carrefour, la alemana Metro y la británica Tesco ya lo están ensayando.
Redacción QUO