En la mayoría de los idiomas es fácil relacionar conceptos como cielo/azul, nube/blanca o hierba/verde. Sin embargo, los que hablan berinmo, una lengua indígena de Papua Nueva Guinea, tienen un solo término para los colores que nosotros describimos como azules y verdes. Para ellos un lago azul, la hierba, el cielo o la selva tienen son “nol.»
«Esta diferencia lingüística – explica Sandra Waxman, de la Universidad Northwestern – revela que las categorías particulares que imponemos a nuestra experiencia del mundo están formadas por la lengua que hablamos. Y esto tiene consecuencias en el pensamiento y la memoria. Los berinmo parlantes, por ejemplo, son menos propensos a recordar las diferencias entre los tonos que describen aquellos que sí notan diferencias entre el azul y el verde”.
Esta evidencia intercultural confirma que las categorías que formamos llevan el sello de nuestra lengua. Pero, ¿qué tan temprano en la vida nombrar un objeto le da forma a las categorías que percibimos?
Para responder a esta pregunta, un equipo liderado por Waxman y por Mélanie Havy, de la Universidad de Ginebra,, creó una sucesión constante de caricaturas coloridas. Estas se sucedían constantemente en una pantalla y aparecían y desaparecían en orden aleatorio, hacia la izquierda o hacia la derecha. Dos grupos de niños de 9 veces observaron esta sucesión. A uno de los grupos se les decía el mismo nombre cada vez que aparecía una criatura. Mientras al otro se les repetía dos nombres, según los dibujos desaparecieran hacia la izquierda o hacia la derecha. El objetivo era ver si los niños podían anticipar el lado hacia el que el dibujo se movería teniendo en cuenta el nombre.
Los resultados fueron sorprendentes. “Los bebés que escucharon dos nombres diferentes– señala Havy –, lograron discernir dos categorías y fueron capaces de anticipar correctamente la dirección de los objetos, algo que los niños que escucharon un solo nombre no lograron hacer. Estos resultados constituyen la primera evidencia de que paraniños de tan sólo 9 meses de edad, nombrar los objetos da forma a la cantidad de categorías que perciben”.
El estudio, Naming influences 9-month-olds identification of discrete categories along a perceptual continuum, será publicado en el próximo número de Cognition.
Juan Scaliter