Mientras el mundo se divide entre los que abogan por los denominados ‘productos naturales’ y los que sostienen que no es tan sano el pollo ecológico como lo pintan (ni tan sostenible para el medio ambiente), los científicos observan desde cerca nuestro comportamiento al respecto.
Es así como el equipo de Lisa Feldman Barrett (reputada profesora de Psicología de la Northeastern University) ha descubierto que la experiencia de comer carne está basada en gran parte en lo que sabemos de cómo se ha criado el animal. Si pensamos que es un pollo que ha vivido en una granja, piando al Sol y disfrutando de la compañía de su familia, nos sabe infinitamente mejor que si imaginamos que ha tenido una vida triste y después le han acabado partiendo el cuello en un matadero.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores contaron con un grupo de voluntarios que se sometieron a una curiosa experiencia gastronómica. Los científicos les invitaron a probar varias carnes, todas ellas servidas en pares idénticos pero con distintas descripciones. Después, les entrevistaron para conocer su opinión sobre lo que habían comido.
A pesar de que los pares de carne que servían cada vez eran exactamente iguales, los voluntarios valoraron como más sabrosos aquellos que habían tenido una buena vida que los que habían sido criados en entornos industriales. Además, aseguraron que olían mejor y que tenía mejor aspecto. Algo que sugiere que nuestras creencias puede influir en nuestra conducta alimentaria.
Los resultados, publicados en la revista especializada PLoS ONE, están en consonancia con varias investigaciones recientes que muestran cómo nuestras creencias influyen en la forma que valoramos los alimentos. En el caso del vino, por ejemplo, que como varios estudios han demostrado, pensamos que sabe mejor si es más caro.
Además, los científicos observaron que la experiencia era notablemente peor si los voluntarios sabían que los animales habían sufrido. Algo que podría dar explicación al crecimiento exponencial de los denominados «productos naturales» o «agriculturas ecológicas».
Fuente: journals.plos.org
Redacción QUO