La figura del probador ya no existe como tal, pero a veces se hace. Cuando George Bush padre salía a restaurantes, llevaba sus condimentos y su agua; y sus escoltas supervisaban la preparación de su comida antes de probarla.
Además, los gabinetes de reyes y presidentes revisan el menú de los actos, por si es dañino para su salud. Los catadores fueron desapareciendo desde finales del siglo XIX porque el envenenar a mandatarios dejó de ser una táctica frecuente, al menos en Europa occidental.
Enviada por Rosa Alguacil, correo electrónico
Redacción QUO