Cenicienta, Blancanieves y otros cuentos de hadas no solo han hecho un flaco favor a los niños, sino también a las madrastras. El estereotipo diseñado para ellas ha calado en la cultura popular, convirtiendo la sola mención del título madrastra en el reflejo de crueldad, maldad, orgullo y otros adjetivos con connotaciones muy negativas.
Pero la realidad es muy distinta. Un nuevo estudio realizado por la Universidad Athabasca (Alberta, Canadá), ha revisado docenas de artículos que tratan sobre conflictos familiares después del divorcio y no ha encontrado ningún signo que haga pensar que el mito de los cuentos de hadas encierra alguna verdad. Más bien al contrario, las madrastras son un valioso sistema de apoyo a los más jóvenes después de un trama como es una separación.
El nuevo estudio sugiere que las madrastras no tienen nada de malignas, sino que después de un divorcio pueden ser «el pegamento» que mantiene una familia unida y las que eviten los efectos negativos que experimentan los niños tras la ruptura definitiva de sus padres.
Según Cara Zaharychuk, autora principal de la investigación, «la opinión de la sociedad de la madrastra malvada debe ser desafiada con el fin de poder quitar las connotaciones negativas de las cada vez más frecuentes y cambiantes unidades familiares. Las madrastras no deben ser estereotipadas como malvadas, lejanas o crueles, ya que pueden ayudar a reducir las repercusiones negativas de un divorcio e incorporarlas a la familia puede ayudar a que la transición sea saludable». Es más, la experta añade que «cuando las madrastras tienen un papel claramente identificado dentro del núcleo familiar, las familias conocidas como ‘desestructuradas’, funcionan mucho mejor».
La separación de los padres se ha vinculado con problemas emocionales en los hijos, así como conductuales y psicológicos, tales como trastornos del sueño, agresión, resentimiento, desempeño escolar deficiente, confusión y miedo al abandono. Pero los investigadores ahora piensan que gran parte de este daño es realmente causado por el conflicto que llevó al divorcio y no por la separación en sí. Por ello, los académicos creen que vivir en un hogar que está libre de conflictos puede ayudar a superar algunos de los efectos negativos del divorcio. Y una madrastra puede ayudar mucho en esta situación.
Zaharychuk descubrió que un nuevo matrimonio fue uno de los seis principales puntos de inflexión que hicieron que los niños se sintiesen como que pertenecían de nuevo a una familia. Es más, el nacimiento de nuevos hermanastros también fue visto como beneficioso. Muchas madrastras también explicaron que su nuevo papel era inesperadamente gratificante. «Casi todas las madrastras involucradas en esta investigación informaron sentirse como una figura materna, y trataron de proteger a sus hijos no biológicos».
Fuente: telegraph.co.uk
Rafael Mingorance