En 1860 aún no estaba abolida la esclavitud en Estados Unidos (esa ley no se aprobó hasta 1963), pero sí que ya era ilegal traer nuevos esclavos desde África. Pese a ello, ese año, un barco llamado Clotilda arribó en un puerto de Alabama con una carga de 110 personas capturadas en Costa de Marfil. Tras entregar su «cargamento» humano, el propietario mandó incendiar la nave y hundirla para borrar las pruebas.
El Clotilda fue, según la documentación existente, el último barco negrero que arribó en territorio estadounidense. Pero el lugar donde reposaban sus restos seguía siendo un misterio. Hasta ahora, porque acaban de ser localizados cerca de un islote en el delta de Mobile-Tesaw. Hay que especificar que aún no se sabe con certeza que el pecio sea el de dicha nave pero, hasta ahora, todos los indicios así lo sugieren.
Se calcula que entre el siglo XVII y XVIII, unos veinte millones de esclavos africanos fueron transportados a la fuerza en barcos negreros al continente americano. Para obtener más beneficios, los armadores de estas terribles naves trataban de aprovechar al máximo el espacio, lo que provocaba unas condiciones higiénicas y sanitarias atroces. El sufrimiento de los esclavos durante estas travesías era indescriptible, ya que los barcos podrían transportar entre doscientas y trescientas personas hacinadas en la bodega, encadenadas (la mayoría de las veces en posición horizontal) y sin espacio para poder moverse. Se calcula que, de media, el 30% de los esclavos no sobrevivía a la travesía.
En 1807, Estados Unidos e Inglaterra acordaron prohibir el tráfico de esclavos y dar a los negreros la consideración de piratas. España hizo lo mismo en 1815.
Vicente Fernández López