En cada uno de nuestros dos ojos tenemos unos pequeños agujeros, en la que la mayoría de nosotros seguramente nunca hemos reparado. Se trata de los llamados puntos lagrimales, y juegan un papel esencial en el recorrido de nuestras lágrimas. Estos puntos están localizados en las esquinas inferiores de los párpados, muy cerca de la nariz.
Cuando nuestros ojos lloran, ya sea por causas emocionales o de forma espontánea para lubricar el ojo, los puntos lagrimales se convierten en el conducto que las conduce desde la superficie del glóbulo ocular hasta la nariz. Ese es el motivo por el que, generalmente, después de llorar sentimos que la nariz está algo congestionada.
Pero, a veces, ocurre que esoe conducto está taponado, y entónces las lágrimas se acumulan en él hasta desbordarse por nuestras mejillas. Un problema que cuando es crónico se soluciona con cirugía. Pero ocurre que algunas personas tienen la extraña capacidad de revertir el funcionamiento de esos puntos lagrimales y, en lugar de hacer que el líquido fluya desde el ojo hasta la nariz, invierten el proceso haciendo que cualquier líquido que entre por la nariz pueda salir hacia el exterior a través de esos agujeros.
Es el caso, por ejemplo de Iker Yilmaz, un joven turco que es capaz de practicar una especie de squirting, inhalando leche por la nariz, y arrojándola a través de sus puntos lagrimales hasta una distancia que supera los dos metros. Eso sí, desde aquí os aconsejamos que no tratéis de imitarle.
Vicente Fernández López
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