Actualmente, trabajamos cinco días a la semana pero disfrutamos (salvo en sectores como la hostelería o el comercio) de dos días de descanso: generalmente sábado y domingo. Pero comienzan a surgir voces que plantean que ya es hora de pelear por un tercer día festivo. Dudo mucho, sinceramente, que lleguemos a verlo. Pero, imaginemos por un momento que sucede el milagro y llegamos a gozar de tres días (dos para los que ahora solo tienen uno) de descanso semanales. ¿Qué preferiríais que fuera? ¿El lunes o el viernes?
Técnicamente no habría diferencia entre una opción y otra, ya que en ambas seguiríamos contando con tres días libres. Pero parece ser que si fuera el lunes existiría un beneficio extra a nivel psicológico. Tal y como explica Arthur Stone, profesor de psiquiatría de la Universidad de Stony Brook de Nueva York: «A volver a trabajar el martes, la semana se haría subjetivamente más corta. Y, aunque el viernes, estaríamos más agotados, ese día el ánimo seguiría siendo positivo por la cercanía del fin de semana».
Eso sí, esa sensación de bienestar y optimismo se iría diluyendo a partir de los dos o tres años de instaurar el nuevo día festivo, cuando la sociedad ya no lo percibiese como algo excepcional. «A partir de entonces, todo volvería a ser como ahora. Y el malestar que ahora sentimos el lunes, se trasladaría al martes», explicó el especialista.