Nadie sabe aún ni cuándo ni cómo saldrán al exterior los niños atrapados en el interior de una cueva de Tailandia. Algunas fuentes dicen que aún pueden pasar meses antes de que logren salir al exterior. Surge entonces varias preguntas: ¿A qué riesgos se enfrentan los pequeños? ¿Hay peligro de que se queden sin oxígeno?
Tal y como explican los expertos, afortunadamente el oxígeno suele ser muy abundando en el interior de las cuevas, incluso en las que son muy profundas, ya que se filtra a través de las grietas y los poros de las rocas. Pese a ello, existen en algunas cuevas cavidades en las que se acumula el dióxido de carbono, haciendo que el aire sea irrespirable. Pero, según las informaciones facilitadas por por los equipos de rescate, no parece que este sea el caso.
Un posible riesgo para los niños podía venir de la descomposición del guano de los murciélagos, que generaría vapor de amoniaco que haría que el aire se volviese tóxico. Por ese motivo, es conveniente que los equipos de rescate monitoricen el estado de dicho aire con frecuencia.
Dado que se trata de una cueva tropical en la que la temperatura tiene una media de veinte grados, no parece que exista riesgo de que sufran una hipotermia. Los mayores peligros (sin contar el que puede suponer una subida del nivel del agua provocada por las lluvias) a los que se enfrentan los niños son de índole psicológica. Los pequeños llevan ya más de diez días bajo tierra y, si la situación se prolonga, el aislamiento, la tensión, los nervios, y la ausencia de luz, acabarán pasándoles factura.
Vicente Fernández López
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