Falta un año para que se cumpla un siglo de la muerte del último zar de Rusia y su familia. El 17 de julio de 1918, los bolcheviques fusilaron a Nicolás II, a su esposa Alejandra, y a sus cinco hijos, en un bosque situado a más de mil kilómetros de Moscú, donde fueron enterrados sus cuerpos.
Las excavaciones realizadas entre 1979 y 1991 sirvieron para encontrar unos restos mortales, que fueron atribuidos al zar, a su esposa y a tres de sus hijas. Posteriormente, en 2007, aparecieorn los que faltaban: los de sus hijos Alexei y María. Pero siempre existieron dudas sobre si, realmente, aquellos restos humanos pertenecían al zar y su familia.
Por ese motivo, la iglesia ortodoxa de Rusia ordenó realizar unas pruebas de ADN que esclareciesen para siempre el misterio. Para ello, fue necesario exhumar también los de uno de sus antepasados, el zar Alejandro III, padre de Nicolás, y tomar muestras genéticas para compararlas con las atribuidas a su hijo.
Los resultados de los análisis acaban de conocerse ahora, y han revelado que, efectivamente, los restos encontrados en el bosque pertenecían al último zar de Rusia y a su familia.
Fuente: IFL Science.
Vicente Fernández López
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