En abril de 1815 se produjo la erupción del volcán Tambora en Indonesia, una de las más catastróficas que han ocurrido en los últimos siglos. El cataclismo generó una nube de cenizas que se extendió por todo el mundo, provocando un enfriamiento de todo el hemisferio norte. Las consecuencias de la erupción dieron lugar en 1816 al llamado «año sin verano», en el que las bajas temperaturas afectaron a las cosechas en casi todo el mundo, causando grandes hambrunas.
Dos meses después de aquella erupción, se libró en Bélgica la trascendental batalla de Waterloo, en la que Napoleón fue derrotado. Son muchas las causas que explican esa derrota, y una de ellas fue el mal tiempo. Las lluvias provocaron que el suelo quedara embarrado, lo que imposibilitó que la artillería francesa pudiera desplazarse con rapidez por el campo de batalla.
Y, ahora, un equipo del Imperial College London sugiere que la erupción del volcán Tamborá fue la causa de que hiciera mal tiempo el día de la batalla de Waterloo. Hasta la fecha, se creía que las cenizas provocadas por una erupción volcánica se quedaban en las capas bajas de la atmósfera, pero los investigadores británicos han logrado demostrar que pueden ascender hasta la ionosfera.
Según su estudio, una vez allí la ceniza volcánica, cargada de electricidad, colisionó con la carga eléctrica de la ionosfera, provocando una especie de «cortocircuito», que se tradujo en fuertes lluvias sobre el hemisferio norte.
Fuente: IFL Science.
Vicente Fernández López
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