El ingeniero norteamericano Frederik Winslow Taylor ideó en 1897 un acero especial (acero frío) capaz de soportar una utilización prolongada sin apenas desgaste.
Lo consiguió añadiéndole wolframio, lo que aumentaba el punto de fusión de la aleación hasta los 800 grados, y con ello su resistencia.
La broca fue el primer objeto que se fabricó con este material; eran ideales para la producción en serie, ya que se podían utilizar muchas veces sin que se despuntaran.
Redacción QUO