La primera de esta serie de fotos es la misma en hombres y mujeres. Pero a medida que madura el bebé, este “granito mágico” se va convirtiendo en pene si naces chico, y en clítoris si al final eres niña. Para ellos está claro: la estimulación del pene durante el coito provoca la eyaculación, lo que, además de gustarles, hace que la especie continúe. ¿Pero qué sucede en la mujer? Su “pene” particular no está implicado en el coito, o solo de forma indirecta. Lo estaría si realmente el llamado punto G fueran las estribaciones del clítoris. Teóricamente, a las mujeres no les haría falta copular para alcanzar el sumo placer. ¿Qué sentido evolutivo tiene, entonces, la situación del clítoris? El sexólogo Donald Symons ofreció una explicación diciendo que el orgasmo femenino es una capacidad que puede o no ser usada, y de hecho está activada solo en algunos mamíferos. El antropólogo John Alcock dice que: “El efecto recompensa del orgasmo anima a las mujeres a elegir como padre de sus hijos al macho con el que les sea más fácil llegar al súmmum”. Jannini zanja el tema: “El orgasmo femenino, a diferencia del masculino, no tiene un fin evolutivo aparente”.
Redacción QUO