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La clave ahora también es intelectual; junto a las fotos de bellezas desnudas, la revista Suicide Girls publica entrevistas a músicos de culto, como Radiohead, Wilco y Björk, y articulos de escritores como Kurt Vonnegut y Charles Bukowski.
Susannah Breslin, la periodista más conocida en la red como The Reverse Cowgirl, encontró su musa en Porn Valley, el Hollywood del porno. “Supongo que lo que intento cuando escribo sobre la industria del sexo”, explica en un post, “es capturar algo de la belleza desesperada que contiene”. Esa sensibilidad femenina ha cambiado tanto el mundo del porno que lo ha convertido en el nuevo fetiche del cine, el arte, la fotografía, la tecnología, los medios de masas y la publicidad.
Los consoladores ya no son réplicas de plástico venoso, sino joyas de diseño fetichista. Las actrices hardcore trabajan en Hollywood. Las editoriales de moda no se distinguen de las portadas de revistas eróticas.
La pornografía ha cambiado, y de paso nos ha cambiado a nosotros también. No lo habría conseguido sin la red, pero la red tampoco sería la misma sin ella. Estos son los agentes de una revolución cultural y caliente.
El oráculo
Woody Allen definió la revista Suicide Girls como un Playboy para gente que todavía odia a sus padres. Con sus chicas de corriente alternativa, tatuajes y piercings que se desnudaban para la cámara y entrevistas a gente del espectáculo, la politica y el arte, y su espíritu de rock’n’roll, SG pareció ponerle canas a todas las demás publicaciones para hombres, desde la mencionada Playboy hasta Hustler y Penthouse, que murió de pena en 2003.
Después, la piscina se llenó de iniciativas comerciales como Fleshbot (la opción hardcore del emporio Gawker Media). Más adelante han llegado revistas online como Nerve y Frisky, donde el sexo es explícito, la visión es femenina y el porno se despide finalmente del modelo californiano de Barbies de pechos hipertróficos y mirada perdida.
Pero la verdadera artífice de la nueva ola de hipersexualización que caracteriza a nuestra sociedad ha sido Belle de Jour, la misteriosa y afilada prostituta de lujo londinense que contaba sus aventuras en un blog: “En un mundo de doceañeras en botas felinas y babysitters en minivestidos centelleantes, la forma más segura de reconocer a la prostituta entrando en un hotel es buscar a la dama con el vestido de firma”. Belle desató tal fiebre por la buscona inteligente, culta y très chic que se ha convertido en un lugar común de la blogosfera, donde abundan las strippers estudiantes de ingeniería, las ninfómanas con aspiraciones poéticas y las directoras de porno para señoritas, como Erika Lust y Anna Span.
La musa
La reina de 2009 es, sin duda, Sasha Grey, nacida Marina Ann Hantzis hace 21 años y nueva princesa del hardcore desde que se llevó la mitad de los premios del sector. Con 150 películas X programadas al año, Sasha es la primera desde Tracy Lords en hacer doble juego a lo grande: tiene un grupo de música, aparece en los programas de máxima audiencia, es la protagonista de The Girl Experience, la última cinta del oscarizado Steven Soderbergh, y de la última campaña de American Apparel, donde aparece vistiendo solo unos calcetines y una impúdica mata de pelo entre pierna y pierna. Hay, sin embargo, dos brillantes finalistas. Justine Jolie, favorita de la red, fue bautizada “la chica más bonita de Porn Valley” y ostenta con orgullo el título de primera estrella porno para geeks. Justine destaca porque su trágica belleza desafía las leyes del sector: pechos pequeños, pecas, ausencia total de silicona y pasión por los videojuegos.
Y no podemos olvidar a la diosa del Burlesque, Dita Von Teese, modelo de lencería, revistas fetichistas y ex señora de Marilyn Manson. Apareció besando a Scarlett Johansson en una serie de dominación para la revista Flaunt. Gracias a la red, estas tres mujeres han conseguido ascender al Olimpo de los iconos culturales haciendo cosas que hace diez años no sabíamos ni cómo llamar.
Redacción QUO