¿Qué es lo que se pretende?
Saber cómo eres. Con los millones de informaciones que los sensores envían al cerebro, este configura una imagen corporal interna. Hace una “fotografía” muy fiel de cómo somos: podemos decir cuánto pesamos, medimos, etc. No les ocurre a los anoréxicos: un desajuste en el procesamiento cerebral de la información altera su percepción corporal.
Escribir. Los ojos, normalmente, nos facilitan el primer contacto con algo. Pero la información de detalle solo puede proporcionarla el tacto. Es imprescindible para actividades cotidianas, como escribir. Utilizar un bolígrafo requiere información precisa de los sensores sobre su posición y sobre la presión de los dedos necesaria para que la escritura sea efectiva.
Mantener el equilibrio. ¿Recuerdas a Asimo, el robot humanoide? Sube escaleras y camina gracias a una red de sensores inspirada en la del cuerpo humano. Estos mandan datos al cerebro sobre la deformación de la planta de los pies (en el hombre de la foto, deformación de la de las manos) para que calcule los parámetros necesarios para mantener la verticalidad.
Redacción QUO