Imaginemos el descubrimiento de un mundo sin humanos, donde el eslabón superior de la escala evolutiva estuviera ocupado por una civilización de máquinas. Eso es lo que ha hecho la diseñadora holandesa Charley Reijnders: crear un universo ficticio poblado por artilugios tecnológicos (algunos, habituales en nuestra vida cotidiana). Los cuales, siguiendo una lógica darwiniana, han evolucionado adoptando características de artrópodos para sobrevivir.
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