¿Qué sustancia eyaculan las mujeres?
Un líquido claro, de consistencia similar a un ligero lubricante, que nada tiene que ver con la humedad común que acompaña a la excitación en los genitales de la mujer, y no es orina. Un fluido muchas veces tabú, y cuya existencia se ha discutido incluso en seminarios de expertos. Ahora no hay dudas: hay mujeres que eyaculan y mujeres que no. El primero en hablar de ella fue Ernst Gräfenberg, el científico alemán que dio nombre al punto G, y el gran hallazgo fue en 1981, cuando la sexóloga estadounidense Beverly Whiple publicó el caso de una mujer que eyaculó en su laboratorio. Durante el clímax, emitió una gran cantidad de líquido. Su composición es principalmente una mezcla de fluido prostático, con glucosa y restos mínimos de orina. La llamada próstata de la mujer son glándulas uretrales y parauretrales que no se observan a simple vista, pero están en la pared anterior de la vagina. Se ha relacionado la eyaculación con mujeres cuya pared vaginal tiene más grosor. Entre los visitantes del porno, se conoce como squirting.
¿Para cuándo un medicamento que permita el orgasmo múltiple en hombres?
Período refractario. Con ese pomposo nombre describen los científicos el tiempo después de sentir un orgasmo en el que un hombre piensa en todo menos en volver a tener sexo inmediato. Esto es lo que evita la multiorgasmia masculina. Y la responsable de esta inapetencia es la segregación de la hormona prolactina. De hecho, un estudio alemán confirmó la carencia de esta sustancia en un paciente con capacidad multiorgásmica. Por otra parte, también se ha demostrado que otra hormona, la dopamina, favorece la estimulación sexual y, por lo tanto, la erección. Estos descubrimientos sobre ambas hormonas abren la vía a la posibilidad de la creación de un medicamento multiorgásmico, que estaría integrado por un agonista (favorecedor) de la dopamina y un antagonista (limitador) de la prolactina.
¿Qué volumen total de semen se produce en toda la vida?
Hagamos cuentas. Sabemos que un hombre produce 0,4 ml de plasma seminal cada día de abstinencia, y un volumen medio de entre 2 y 6 ml en cada eyaculación, dependiendo de si ha pasado largos períodos de abstinencia o no. Si un hombre comienza su “actividad” a la edad de 10 años y la finaliza cuando cumple aproximadamente los 80, podría producir unos 51 litros de semen, más o menos (si contabilizamos que eyacula el 50% de los días a una media de 4 mililitros y el resto del tiempo permanece en abstinencia) a lo largo de toda su vida.
¿Es verdad que el semen es nutritivo?
En su composición encontramos: vitaminas y minerales como calcio, zinc, magnesio, potasio, sodio e incluso ácido ascórbico (la bienamada vitamina C). Además, también tiene ácido cítrico, que utilizamos como conservante, e inositol, un compuesto de moda en algunos gimnasios y herbolarios por su supuestas capacidades anabolizantes. Pero estos componentes aparecen en tan pequeñas cantidades y con variaciones tan grandes entre donantes, que solo se puede recomendar su consumo por diversión, y no por sus efectos nutritivos. Por otra parte, el semen también contiene fructosa, un compuesto que en el organismo humano se transforma en glucosa; pero en tan poca cantidad que la eyaculación humana es apta para diabéticos.
¿Cómo se mide un orgasmo?
El orgasmo es una descarga explosiva de tensión sexual que se traduce en una serie de contracciones rítmicas, en concreto de tres a 15 cada 0,5 segundos, de determinados músculos. Sí hay medias y récords sobre la duración del clímax (hasta los 15 segundos), y una escala para medir las fases del orgasmo, pero ninguna fiable para medir su intensidad, ya que se trata de un fenómeno subjetivo. Aunque hay una aplicación para iPhone llamada Passion que asegura que es capaz de medirlos. Solo tienes que dejarla conectada junto al lugar elegido para dar rienda suelta a la pasión y, una vez hayas acabado, te da una puntuación teniendo en cuenta la duración, la intensidad del orgasmo y el nivel de actividad. ¡Ahí es nada!
¿Por qué nos excita ver a alguien practicar sexo?
Un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington ha confirmado que, en cierto modo, nuestro sistema nervioso central es propenso al erotismo. En su investigación, los científicos descubrieron que el cerebro se activa mucho más deprisa frente a estímulos “libidinosos” que de otro tipo. El doctor Harold Mouras, de la Universidad de Picardie Jules Verne (Francia), se interesó por el modo en que nuestro cerebro reacciona ante los estímulos sexuales procedentes de la pornografía, y encontró que la excitación venía acompañada por una intensa actividad en el pars opercularis, precisamente la región en la que se encuentra gran cantidad de las neuronas espejo, las responsables de la empatía, por ejemplo. Así que llegó a la conclusión de que la visión de otras personas realizando un acto sexual activa nuestras neuronas espejo y nos induce a pensar que somos nosotros mismos los protagonistas de esta acción.
¿Cuándo nació la pornografía?
La escultura más antigua que conocemos es la Venus de Hohle Fels, encontrada en la cueva alemana del mismo nombre, y reproduce el cuerpo de una mujer que airea una abultadísima vulva y generosísimos senos. Data de hace al menos 35.000 años. Al informar del hallazgo, Paul Mellars, de la Universidad de Cambridge, aseguraba en Nature: “Según los estándares del siglo XXI, esta venus roza lo pornográfico”. Sin embargo, si entendemos como pornografía aquello que recrea el coito, tendríamos que remontarnos unos milenios después, al año 1150 de antes de nuestra era. Esa es la fecha de realización del Papiro Erótico de Turín, en el Museo Arqueológico de la ciudad italiana, un auténtico ejercicio de pornografía que recrea doce acrobáticas posturas.
¿Cómo se cura la resaca?
Pese a que es una de esas enfermedades que casi todo el mundo ha sufrido al menos alguna vez, la comunidad científica no ha realizado suficientes estudios sobre el asunto. Y los que hay no son concluyentes. Todavía no se sabe cuáles son los mecanismos fisiológicos que llevan a sentir sed, boca seca, náuseas, mareo… así que menos cómo curarla.
La mayoría de estos síntomas tienen que ver con la deshidratación. El alcohol es diurético y favorece la expulsión de líquidos. Por otra parte, estudios recientes vinculan algunos síntomas de la resaca, como los cambios de humor y la pérdida de memoria, con el aumento del nivel de determinadas citoquinas de las llamadas proinflamatorias y de interferón gamma. La función de ambas proteínas en nuestro organismo nos llevaría a concluir que la resaca es una respuesta inmunitaria. Es decir, nuestro organismo se defiende de una sustancia, el alcohol, que ya ha sido completamente eliminada.
¿Por qué un gin tonic nos hace sentir bien?
Pues porque el consumo moderado de alcohol nos produce la liberación y síntesis de péptidos opioides; es decir, las famosas endorfinas que aparecen durante la excitación sexual y el consumo de drogas, y que nos hacen sentir bien. Por otra parte, la tónica en realidad es quinina con agua carbonatada. Y es que cuando se envió la quinina a la India como vacuna contra el paludismo, los ingleses la mezclaron con agua carbonatada. Así que, al fin y al cabo, el gin tonic es en parte medicinal.
¿Por qué nos atraen las drogas?
La dopamina es una hormona que produce nuestro organismo y que está ligada al sentimiento de recompensa y de placer. El efecto de todas las drogas se relaciona, de una manera u otra, con la producción de esta hormona. No es extraño, por tanto, que tales sustancias tengan tanto éxito entre nosotros: porque nos hacen sentir bien.
¿Por qué nos colocan las drogas?
Esto se debe a que tiene efectos sobre la percepción y la conciencia. Son capaces de transformar el funcionamiento de diferentes neurotransmisores y neurorreceptores cerebrales. Literalmente, nos llevan “de viaje”, aunque cada una de ellas lo haga de manera diferente. Por ejemplo, mientras que la nicotina afecta a los receptores de la acetilcolina y provoca un aumento de la actividad cerebral, la heroína incide en los receptores opioides, lo que causa tanto la ausencia de dolor como la sensación de euforia. En el caso del LSD, su efectos en los receptores de serotonina inducen a una transformación de los niveles de conciencia.
¿Por qué nos enganchamos a las drogas?
Cuando tomamos habitualmente una droga, nuestro cerebro reduce la producción natural de dopamina. Por eso, si abandonamos la sustancia, nos sentimos mal: nuestro organismo añora el antiguo aporte de esa “hormona del placer”. Pero ocurre que, de alguna manera, para producirla nos hemos hecho dependientes de los estímulos externos.
Sin embargo, no todas las personas que prueban una droga se enganchan igual. Unos investigadores de la Universidad de Cambridge demostraron, en un estudio realizado con ratas, que algunas de ellas experimentaban de forma natural un comportamiento más compulsivo que sus compañeras, a causa de una inhibición en la producción de dopamina en un área de su encéfalo llamada núcleo accumbens. Eran, por tanto, más propensas a buscar la dopamina en sustancias externas. La traslación de ese estudio a humanos explicaría por qué algunos somos más propensos a las adicciones que otros.
¿Hay drogas placebo?
En muchas drogas, su principal problema no es tanto que sean nocivas como el hecho de que enganchan. Una sustancia, tomada en pequeñas cantidades, puede no afectar negativamente al organismo, pero administrada en exceso llega incluso a ser mortal. Y, cuando uno se hace adicto, acaba sintiendo que cualquier cantidad es poca. El ejemplo más extremo lo tendríamos en el vino. Es una bebida alcohólica y, como tal, puede crear adicción. Sin embargo, consumida en pequeñas cantidades tiene un efecto que hasta podríamos considerar como medicinal. Se ha demostrado que aquellas personas que realizan un consumo moderado de vino (entre una y tres copas al día) tienen muchas menos probabilidades de sufrir una crisis cardiovascular. A ello hay que sumar el descubrimiento de otros componentes destacados de este líquido, los polifenoles, cuyo poder antioxidante nos prepara frente a enfermedades como el alzhéimer y el párkinson. Sin embargo, cuando se da un paso más allá del consumo moderado, el vino muestra su otra cara: es adictivo y nocivo para el hígado, además de que favorece el desarrollo de cánceres como el de estómago y el de esófago. A lo largo de la historia, drogas como la cocaína, las anfetaminas e incluso la heroína empezaron siendo alabadas por sus efectos positivos, para acabar siendo clasificadas como sustancias altamente peligrosas.
¿Por qué les atraen los pechos a los hombres?
Al igual que las caderas anchas, los pechos abundantes son un indicativo de altos niveles de estrógenos en la mujer y, por extensión, de fertilidad. Otra hipótesis aventura que los pechos grandes fueron seleccionados evolutivamente como una señal sexual cuando nuestra especie comenzó a caminar erguida y los coitos se empezaron a practicar cara a cara. El neurocientífico Larry Young publicó una interesante teoría en Nature en 2009. Resulta que, según Young, el amor humano se enciende por una “cadena de eventos bioquímicos” que deciden la vinculación madre-hijo, y que es estimulada en los mamíferos mediante la liberación de oxitocina durante el parto, el alumbramiento y el amamantamiento. Algo de nuestra sexualidad ha evolucionado para estimular ese mismo sistema de oxitocina para crear vínculos entre mujeres y hombres”, señala el doctor Young.
Esta hipótesis explicaría, según él, dos diferencias entre los humanos y otros mamíferos no monógamos: el deseo de las hembras de tener sexo fuera de su etapa fértil, así como la fascinación erótica del varón por los pechos. Sexo con más frecuencia y mayor atención a los pechos, según aseguraba el doctor Young a New York Times: «puede ayudar a construir vínculos a largo plazo a través de un “cóctel de antiguos neuropéptidos”, como la oxitocina liberada durante juegos sexuales previos al coito o un orgasmo».
¿Todos tenemos fantasías sexuales?
Fantasías las tiene quien las quiere tener. Al igual que ocurre con la masturbación, las fantasías han sido siempre, al menos culturalmente, patrimonio puramente masculino. En una sociedad lastrada por la idea de que solo los hombres tiene deseo sexual, las fantasías, que encima casi siempre se basan en ir un poco más allá de lo convencional, eran tabú para las féminas. Las encuestas parecen confirmar que, aunque las fantasías sexuales no tienen género, los hombres sí se dejan llevar más que las mujeres.
Así, una encuesta realizada en España establecía en un 71% el porcentaje de hombres que reconocían haber tenido fantasías sexuales, mientras que la cifra se reducía al 48% en mujeres. Algunos teóricos creen que esta diferencia entre géneros tiene una base evolutiva, puesto que las hembras humanas necesitarían buscan la estabilidad con sus compañeros, al contrario que los machos, que estarían preparados para cualquier encuentro, por fugaz que fuera.
¿Hay mujeres que llegan al orgasmo con la estimulación de los pezones?
Sí existe el orgasmo por medio de la estimulación de los pezones, y son numerosas las mujeres que lo atestiguan. La ciencia, además, ha confirmado que la estimulación de los pechos genera un importante aumento de los niveles de oxitocina, una hormona ligada a la sensación placentera. Sin embargo, no se ponen de acuerdo en si la estimulación de los pechos produce el clímax directamente en la zona genital o si dicho orgasmo tendría un carácter propio, no genital, producido exclusivamente en el cerebro. Y tampoco hay unanimidad en el número de mujeres que pueden alcanzar de esta forma el clímax, puesto que hay estudios que lo circunscriben al 1% de las féminas, mientras que otros elevan ese privilegio hasta el 29%.
¿Por qué las heces huelen mal?
El intestino es un campo de batalla. Está poblado por miles de bacterias diferentes, que son las responsables de hacer digerible nuestra comida. La descomponen y extraen de ella los nutrientes imprescindibles para nuestro organismo. Pero, como en toda guerra que se precie, existen “daños colaterales”, esta vez en forma de un desagradable cóctel de olores.
Durante la digestión se produce una serie de componentes químicos, algunos de los cuales tienen la culpa del mal olor de las heces. El indol, por ejemplo, causa el característico olor fecal. Aunque esta sustancia tiene cierta magia, puesto que solo huele a podrido cuando se encuentra en altas concentraciones. En pequeñas dosis se utiliza en perfumería por su delicada fragancia floral. Otro de los hediondos elementos es el escatol. Su olor a excremento, curiosamente, es de un gran atractivo para determinados insectos, como las moscas y mosquitos, e incluso se utiliza industrialmente en la cría de abejas. Asimismo, en pequeñas dosis, es un compuesto muy apreciado en cosmética y perfumería.
Los excrementos también contienen tiol, responsable del olor característico del gas natural –al que se añade artificialmente para detectar fugas–, y ácido sulfhídrico, que podemos reconocer fácilmente porque se revela en la nariz con aroma a huevos podridos.
¿Por qué nos da asco las heces?
Dicen que el cuerpo es muy sabio, y los biólogos evolutivos están de acuerdo: cuando una cosa no te agrada, es mejor que la evites. Diferentes estudios han comprobado que el asco, dentro de los parámetros de una conducta normal, es un simple mecanismo para evitar peligros. Así, las heces nos dan asco porque la composición de los excrementos incluye alguna sustancia que puede ser realmente dañina para nuestro cuerpo. Es el caso de algunas cepas de la Escherichia colli, que causan cientos de miles de muertes cada año. La E. colli sobrevive en el tracto digestivo de los animales, donde es imprescindible para la producción de nutrientes y para frenar a otros microorganismos muy agresivos. Pero también se expulsa con las heces. Y curiosamente, la bondad intestinal de algunas de sus cepas se convierte en letal si se vuelve a introducir en el aparato digestivo. Por eso es peligroso no lavarse las manos después de haber tocado excrementos, e imprescindible un correcto tratamiento de las aguas negras.
¿Es necesario que tengamos mocos?
Los mocos son molestos, sí, pero imprescindibles. Bien agarrados a la parte interior de nuestra nariz, se convierten en auténticos filtros sanitarios, evitando la entrada en los pulmones de todo tipo de sustancias y su deshidratación.
Están también presentes en el resto del aparato respiratorio, especialmente en los pulmones, y asimismo en la traquea y los bronquios. Y si nos adentramos, también tenemos moco en el estómago, en la vagina y en otras muchas partes del organismo. Entre las sustancias que se quedan retenidas en él destacan el polvo, el polen y otros materiales suspendidos en el aire.
Los mocos también contribuyen a que hongos, bacterias y virus no contacten con las paredes vasculares del cuerpo, lo que nos libra de muchas enfermedades. Los microorganismos son expulsados cuando los mocos se secan. Si están en los pulmones, por medio de la tos, y si se ubican en la nariz… Aunque los médicos recomiendan no hurgarse la napia, para evitar el contacto con microorganismos dañinos.