Juan Torre es un veterano fotógrafo que fue perdiendo visión en poco tiempo. Eso le hizo pensar en el poder del tacto para entender el aspecto del mundo, y lo compartió hace unos años con Ander Soriano, director de Estudios Durero. Ambos se pusieron a experimentar con sus fotos, añadiendo tinta en las partes prominentes de la imagen, para crear volúmenes.
Estudios Durero siguió investigando y desarrollando la técnica, logrando hasta 5 mm de relieve y aplicándola en proyectos como la reciente exposición de billetes en gran formato del Archivo Histórico del BBVA. Ahora, la empresa vizcaína ha dado un salto soñado: que un invidente pueda ‘ver’ un cuadro en una pinacoteca. Con ayuda del centenario Museo de Bellas Artes de Bilbao (e Iberdrola) podremos tocar en unas semanas El rapto de Europa, La anunciación, San Sebastián curado por las santas mujeres, Lot y sus hijas, Mujer sentada con un niño en sus brazos y Lying figure in mirror. Alicia Carreño, una mujer ciega, explica a Quo cómo “ahora sí sé lo que es El rapto de Europa”, tras recorrerlo con sus manos. Para ello, ha habido antes muchas horas de interpretación, por capas, de esta complicada imagen, para reproducirla en volumen; se va imprimiendo, con más pasadas sobre las zonas destacadas, y entre impresión e impresión le aplican un tratamiento químico que endurece la tinta y le da volumen. Al final, se retoca el color y el resultado no se desgasta, se puede limpiar y hasta se puede mojar. Un salto social y tecnológico. Siguiente parada, ¿el Prado, el MoMA…?