Escalar una pared de piedra, navegar la ola perfecta y dejarse devorar por un sanguinario dragón gigante. Todo eso en una misma tarde.
Este torbellino de emociones (por nombrar solo algunas) ha estado a disposición de los visitantes del Centro de Exposiciones y Conferencias Peace International, en la ciudad china de Hangzhou. La exposición Magic Art ha congregado allí a quince artistas de Corea del Sur con el encargo de que convirtieran las paredes del museo en trampantojos interactivos.
Un buen dominio del gesto y la expresión corporal, imprescindibles para el posado
Y lo han logrado gracias a la técnica denominada anamorfosis, que distorsiona los objetos para que adquieran una perspectiva determinada a los ojos del observador. En este caso, todas las pinturas se han concebido con el fin de aparecer como decorados tridimensionales repletos de realismo. Su consigna última es la de integrar al público en la escena, invitándolo a complementar la obra con su propia actitud, a menudo explotando el sentido del humor.
Aire callejero
Los trucos de perspectiva empleados por los artistas pueden apreciarse en el trabajo de pintores de calle de todo el mundo especializados en el trabajo tridimensional. Tanto auge ha alcanzado esta tendencia que la propia organización Guinness de los Récords la convirtió el año pasado en una de sus categorías, y otorgó el título de mayor obra del mundo a la realizada en el distrito londinense de Canary Wharf por el británico Joe Hill. En muchas ciudades españolas se ha recurrido a este tipo de pintura para cubrir paredes de edificios simulando la continuación de la línea de fachadas.
Quince artistas de Corea del Sur han trabajado durante cuatro meses para crear estos trampantojos
Las obras de la exposición china, que tardaron cuatro meses en elaborarse, tienen una orientación menos práctica, pero han conseguido encandilar al público visitante día tras día. El mejor testimonio de ello lo constituyen las imágenes de estas páginas y los miles de fotografías que familiares y amigos de sus protagonistas han tomado durante estos meses. Quizá algunas de ellas les hayan servido para inventar fantásticas historias o glamurosas vacaciones que narrar a sus conocidos.