Rocambolesco
El vizconde Pierre Alexis Ponson du Terrail bautizó al protagonista de sus folletines con el nombre de Rocambole, que en su francés natal designaba a una planta usada a menudo como sustituto del ajo. Como las tramas de sus más de cien obras desplegaban todo tipo de peripecias inverosímiles, rocambolesco empezó a utilizarse para designar situaciones o personajes con el mismo cariz.
Oler el poste
Esta forma de expresar que se intuye la posibilidad de un perjuicio a tiempo de evitarlo surgió de un famoso episodio de El Lazarillo de Tormes. Como el ciego le castigó al detectar con su olfato que Lázaro había robado una longaniza, este le llevó frente a un poste al borde de un charco. Le dijo que saltara con fuerza y, tras el golpe, huyó diciendo: “¿Cómo oliste la longaniza y no el poste?”
Eminencia gris
Alguien que toma en secreto las decisiones de otra persona o manipula su comportamiento. La expresión se utilizó por primera vez para calificar al padre Joseph, un consejero del célebre cardenal francés Richelieu. Su verdadero nombre era François Leclerc du Tremblay y ejercía como confesor del cardenal, sobre el que parecía tener gran ascendiente.
Corte de los milagros
En la Edad Media, la actual zona parisina de Les Halles estaba repleta de inválidos y enfermos que pedían limosna. Sin embargo, al caer la noche todos se curaban “milagrosamente” con solo dejar de fingir. Por eso, el barrio fue bautizado con esta expresión, recogida por Víctor Hugo y que hoy se utiliza para hacer referencia a la supuesta solución para un problema que viene intentando resolverse desde hace mucho.
Tener muchas ínfulas
En la Antigua Roma se denominaban ínfulas a las vendas que llevaban los sacerdotes paganos atadas alrededor de la cabeza, y con los extremos largos cayendo por detrás. Este símbolo de su estatus fue heredado por las tiras que cuelgan de la mitra de los sacerdotes católicos, y de esa identificación con la autoridad viene la expresión, usada con el sentido de aires de grandeza.
A puerta gayola
Esta forma de expresar que algo se hace sin tomar las debidas precauciones o con cierta imprudencia arranca del lenguaje taurino. Define un lance en que el torero recibe al toro en la arena, de rodillas, mirando a la puerta de los toriles y con el pecho fuera. Tal actitud aumenta el peligro del momento y consigue impregnar la plaza de un ambiente tenso y sobrecogedor.
Fiera corrupia
En los siglos XVIII y XIX eran populares las leyendas de cordel, escritas en papeles colgados de cuerdas en calles y plazas. Muchos de ellos estaban protagonizados por esta figura fantástica, formada con cabeza de toro, cuerpo de lagarto y potentes uñas. Su fiereza era tal que solo un regimiento pudo acabar con ella. Por eso, la expresión se aplica aún a alguien marcadamente iracundo o agresivo.
Le vino Dios a ver
La primera forma de esta expresión para decir que alguien ha tenido un golpe de suerte fue “le ha venido Dios a ver sin campanilla”. La imagen procedía de la costumbre de ir a llevar el viático a los moribundos en una comitiva acompañada por el sonido de una campana. Este detalle musical desapareció con el uso y la frase quedó fijada con su contenido religioso.
Ni rey, ni roque
Se utiliza para decir que nadie podrá hacer algo determinado, especialmente cuando se quiere subrayar que no importa el estatus de la persona en cuestión. El dicho procede del lenguaje del ajedrez, en el que la torre solía recibir el nombre de roque y es una de las piezas de mayor valor, al igual que el rey. Cervantes ya utilizó la expresión en El Quijote.
Dejar a uno en la estacada
La estacada era el escenario de los torneos, desafíos y juegos públicos en la Edad Media, y tomaba el nombre de los palos que lo delimitaban. Dado que los eventos que en él se celebraban solían implicar un grave riesgo, dejar allí a alguien equivalía a abandonarle asu suerte, sin prestarle el menor apoyo. Con ese sentido ha llegado hasta nuestros días.
Son habas contadas
Esta forma de decir que algo es cierto y no deja lugar a dudas se inspira en la antigua costumbre de utilizar las habas para llevar la contabilidad en los asuntos domésticos, e incluso en los municipales. Según algunos autores, como Covarrubias en su Tesoro, también puede hacer referencia a su uso en votaciones “de congregaciones y cabildos”, donde normalmente se empleaban las blancas para expresar un sí, y las negras para decir que no.
Perder los estribos
Según el lingüista Gonzalo Correas, la expresión correcta debería ser “perder los estribos de la paciencia”. El dicho surgió en una época en la que los caballos eran un medio común de transporte y todo el mundo entendía que, al sacar involuntariamente los pies de los estribos, se perdía el control de la cabalgadura. El sentido figurado era el de actuar de manera irracional y arriesgada.
Galimatías
Esta forma de describir algo lioso y que no se entiende tiene dos posibles inicios. Uno sería una deformación del bajo latín ballematia (acciones deshonestas u obscenas), y el otro una fusión del también latín gallus (gallo) y el griego mathia (ciencia). En cualquiera de los casos, el término nos ha llegado a través del francés, donde empezó a usarse en el siglo XVI.
Saber más que Lepe
Sobre el protagonista de esta expresión existen dos versiones. Una de ellas, considerada la más probable, se refiere a don Pedro de Lepe y Durantes, obispo de Calahorra, famoso por su erudición en la segunda mitad del XVII. La otra emana de Juan de Lepe, un caballero que, hacia 1457, ganó la soberanía de Inglaterra durante un día jugándosela a las cartas con el rey Enrique VII.
Dorar la píldora
El humanista Antonio de Nebrija ya registraba en el s. XV la costumbre de los boticarios de cubrir con pan de plata u oro las pequeñas bolitas de medicamento. También solían añadirles azúcar para contrarrestar el sabor desagradable de sus componentes. Un siglo más tarde, ya se utilizaba la expresión en el sentido figurado de utilizar argucias para agradar.
A la luna de Valencia
Existen varias explicaciones para este dicho, que significa quedar fuera algo: una de ellas hace alusión a los tiempos en que se cerraban las puertas de aquella ciudad y quien llegaba tarde debía pasarse la noche al raso ante ellas. Otra versión busca sus raíces en la zona descubierta de espera de muchas casas, que en Valencia y Aragón se conocía como luna.
Llevarse el gato al agua
La frase que ahora utilizamos cuando alguien se sale con la suya nació de un juego infantil. Consistía en tirar de dos extremos de una cuerda, colocada sobre una viga o cercana a un charco. En el primer caso, el vencedor es el que consigue levantar al oponente del suelo. En el segundo gana quien logra que el otro termine lo más mojado posible, a pesar de haberse defendido como felino panza arriba.
Miel sobre hojuelas
Las hojuelas eran unos dulces que se elaboraban en la sartén con una masa de huevos extendida y tan delgada que parecía una hoja de papel. Como se les añadía miel para potenciar su sabor, ya de por sí muy bueno, esta expresión pasó a denominar un hecho o detalle que mejora una situación.
Ser un viva la Virgen
Esta expresión nació en un barco. Cuando formaban los marineros y se iban numerando, el último, en vez de decir su número, exclamaba: “¡Viva la Virgen!” Esa frase pasó a identificar al más torpe o despistado de la tripulación y, más tarde, a alguien irresponsable y con tendencia a la vida alegre.
El sursuncorda
La Real Academia lo define como un supuesto personaje de mucha importancia. En realidad, lo inventó el ingenio popular a partir de la expresión del inicio de la misa en latín “sursum corda” (arriba los corazones) y lo introdujo en oraciones del tipo “y no voy, aunque lo diga el sursuncorda”.
La palabra spam
Nombre inglés para el jamón especiado (spiced ham), con el que lo comercializó la empresa Hormel. Los Monty Python realizaron un sketch sobre un menú que lo incluía en todos sus platos, y pasó a significar algo indeseado y abundante.
Dormir bajo el ángel
La frase fue popular en Madrid para aludir a las estancias en prisión, y tiene una raíz literal: se refiere a la estatua que corona el céntrico Palacio de Santa Cruz, que albergó una prisión desde su construcción en 1629 hasta 1767. Ahora es la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Danzar sobre un volcán
Estar amenazado por un peligro. En 1830, el espíritu revolucionario se extendía por Francia. Su rey, Carlos X, asistía a una fiesta en París en honor al rey de Nápoles, cuando el ministro francés Narcisse-Achille Salvany comentó al anfitrión: “Una fiesta muy napolitana. Estamos danzando sobre un volcán”. Se refería tanto a la situación política de Francia,como al napolitano Vesubio. Ambos estallaron un mes después.
Ser la flor de la canela
Esta frase se utiliza para expresar la exquisitez de algo. Surgió porque esta especia llegaba de Oriente, sobre todo de Ceilán (hoy Sri Lanka), en forma de ramas o como corteza molida. En seguida cautivó el gusto de los occidentales, quienes dieron por supuesto que, si la madera tenía tan delicioso gusto, las flores, que no veían nunca, debían de ser un prodigio de belleza y aroma. La realidad es que resultan bastante discretas.
Margaritas a los puercos
La expresión ya aparece en boca de Jesucristo durante el sermón de la montaña: “No deis las cosas santas a perros, ni echéis vuestras margaritas a los puercos”. Sin embargo, es probable que no se refiriera a las flores, sino a otra acepción recogida en el diccionario de la RAE: perla de los moluscos. Esta opción refleja mejor el sentido de no malgastar el talento o la riqueza con quien no sabe apreciarlos.
Alegrársele las pajarillas
Esta castiza frase se utiliza cuando uno ve algo que le agrada muchísimo. Pero no tiene que ver con aves, sino con cerdos. La denominación popular para el bazo de este animal es la pajarilla. Y la posibilidad de animarlo viene de la antigua creencia de que las distintas zonas del cuerpo humano estaban habitadas por humores de distinto cariz. Así, el bazo se consideraba la sede de las grandes alegrías y satisfacciones.
Hecha la ley, hecha la trampa
Hay varias versiones de su pasado. Una de ellas dice que ya existía en época del Imperio Romano con la forma inventa lege, inventa fraude. Y otra, que es más bien un ejemplo de su significado, cuenta como unos monjes japoneses solo podían comer carne procedente del mar. Deseosos de hincar el diente a un buen jamón, decidieron rebautizar al jabalí como “ballena silvestre”, y pudieron ponerse las botas sin remordimiento.
Poner la mano en el fuego
Esta forma de expresar la confianza en algo o alguien surgió como algo literal. Los antiguos pueblos germanos tenían una forma un tanto agresiva de solucionar los enfrentamientos entre dos individuos. Para comprobar cuál de ellos decía la verdad, se le quemaba con un hierro candente, normalmente en la mano. Y se suponía que, si salía corriendo, no había dicho la verdad. Desde luego, quienes resistieran la prueba debían de estar muy seguros de su versión.