Del dolor y el hambre
Un equipo de la Universidad de Cambridge ha descubierto el gen del dolor en un niño paquistaní que podía clavarse cuchillos sin sentir molestia. La causa es la mutación de un gen llamado SCN9A, que permite que una carga eléctrica fluya en las neuronas y envíe una señal al cerebro. Sin esta señal, el cerebro es incapaz de reconocer que se enfrenta a un estímulo que causa dolor. Otro gen, esta vez el conocido como Per 2, actúa generando señales que alertan del hambre. Se modificó genéticamente en unos roedores, que fueron incapaces de detectar que tenían apetito hasta que se les dio comida, lo que no ocurrió con los ratones normales.
Ya eres transparente
Todo, cada escondrijo de tu anatomía, puede verse en solo 40 segundos. Una tomografía computarizada de alta tecnología que acaban de presentar hace posible que escaneen tu cuerpo entero en busca de cualquier cosa que se salga de lo normal, como si no tuvieras piel. Esta tecnología es muy útil a la hora de hacer exámenes rápidos en víctimas de accidentes. Con ella también podremos ver no solo si hay un cáncer, sino si existe metástasis. Y también sirve para que los forenses hagan autopsias virtuales, emocionalmente mucho menos duras para los familiares.
Cada palabra a su tiempo
Posees un reloj cerebral preciso, imprescindible para la comprensión y el diálogo. Es lo que te permite calcular el principio y el final de las palabras. Neurólogos de la Universidad de California han descubierto cómo nuestro cerebro mide, de modo inconsciente, el paso de milésimas de segundos que permite identificar que una palabra ha terminado y que empieza otra. La dislexia podría tener que ver con un “fallo” de este sistema.
Hay vida en nuestros poros
Y no lo sabíamos. Pese a su espeluznante nombre, los Demodex folliculorum son organismos de 0,4 mm que viven en nuestras pestañas, poros, mejillas y barbilla. Van arrastrandose por allí, de noche, con sus cuatro patas, sus garras mínimas y sus dientes como agujas. Comen de los desechos que generamos: piel muerta y secreciones. Pero tranquilo, que no viven tanto como para ponerles nombre o echarlos de menos; su ciclo vital dura entre 14 y 18 días. Pese a su apariencia, no transmiten ninguna enfermedad, aunque si hay abundancia de ellos, pueden producir picazón y un desorden en la piel conocido como demodicosis.
Para que no te duela, llora y escupe
“Llorar no es de hombres”. “Prohibido salivar”. Pues basta de chorradas. A escupir y a moquear se ha dicho, que es sano. Eso dicen los científicos del Instituto Pasteur, quienes han encontrado un producto químico natural en la saliva y en las lágrimas que resulta mucho más eficaz que la morfina a la hora de combatir el dolor; la opiorfina. Testada en ratones, con un solo miligramo por kilo se consiguió el mismo efecto que con seis de morfina. Aparentemente, la opiorfina evita que ciertas endorfinas del sistema nervioso que actúan como analgésicos se destruyan.
Juventud, divino tesoro
Los adolescentes ya tienen excusa. En la Universidad de California se ha descubierto que el lóbulo frontal es la última área del cerebro en desarrollarse. Esto explica que los jóvenes sean hábiles en ciertas cuestiones, pero no razonen aún como adultos. Mientras, en el Instituto Nacional de Salud Mental de EEUU han hallado que la zona del razonamiento complejo se hace más gruesa en la adolescencia y luego vuelve a ser delgada. En los más inteligentes, este proceso se da de forma más rápida que en aquellos con una inteligencia normal.
Ventajas de la carne
Adiós al ketchup. Que muera la mayonesa y vivan los isótopos. Ingerir carne enriquecida con isótopos naturales podría darte 10 años más de vida. Científicos de la Universidad de Oxford han demostrado por primera vez que estas partículas, agregadas a la comida, reemplazan a los átomos con enlaces más débiles en nuestro ADN, lo que impulsa que la cadena sea más resistente ante el envejecimiento. La teoría se ha demostrado en gusanos, y los investigadores esperan que a los humanos nos alargue la vida, al reducir el riesgo de enfermedades.