Puede ser que José Ignacio Wert tenga poco de artista y bastante de sistemático, lo que le permitiría, si quisiera, enfrascarse en la densidad del Ulises de James Joyce en un vagón de metro abarrotado de gente. Veamos por qué: según la neurología, en el cerebro de las personas como él se activan fácilmente unos circuitos llamados inhibidores latentes que le permiten filtrar y hasta eliminar toda la información o ruido ajenos a la tarea que está ejecutando. ¿Será por eso que mientras preparaba su reforma educativa no han llegado a su despacho el sonido de la marea verde en pleno fragor, la bulla de las protestas de estudiantes y las voces discordantes de otros políticos? Si esto fuese así, quizá cabría esperar por parte de sus detractores un poco de clemencia hacia el ministro ahora que se inicia un nuevo curso.
Contra viento y marea
Nada más lejos de la realidad. Sin duda, los inhibidores de Wert están en perfecta forma, y su atención sobre la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) y la exposición de motivos y contenidos no deja un resquicio a la distracción. En el mes de julio, la reforma logró sortear una por una las once enmiendas presentadas por los grupos de la Oposición. Esto significa que la norma continúa adelante y podría empezar a aplicarse el próximo curso 2014-2015. La diputada socialista Carmen Montón califica esta actitud de arrogante, prepotente y provocadora. Y según el portavoz de Educación del PSOE, Mario Bedera, el ministro se ha comportado igual que un muro sobre el que rebota cualquier sugerencia.
Los ánimos caldeados del verano ya presagiaban que este será el otoño más sofocante de la historia para reclamar la dimisión de Wert y conseguir que se escuchen, con más fuerza si cabe, los “No” a la LOMCE y a los recortes. Aún no han abierto las aulas y el calendario escolar echa humo: huelga general de 72 horas para los días 15, 16 y 17 de octubre, protestas y marchas por las arterias de las principales ciudades, y llamamiento por parte de los sindicatos de estudiantes, CCOO y UGT a una movilización rotunda de los profesores. Llaman a la lucha y a endurecer las protestas desde los primeros días de curso. “Para fortalecer la respuesta desde el primer momento es necesario intensificar el movimiento estudiantil”, dice el Sindicato de Estudiantes. Su mensaje no admite matices: “La LOMCE hay que retirarla; ni reformarla, ni enmendarla”.
Las razones del ministro
Y mientras tanto, Wert recurre en su defensa a un clásico de Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Su artillería son armas de alta precisión: en España, el desempleo juvenil supera el 57%; el 23,7% ni estudia ni trabaja, y la tasa de abandono escolar ronda el 25% –el 35% en alumnos de familias con rentas más bajas–. Es decir, uno de cada cuatro jóvenes deja los estudios antes de terminar la ESO. Los datos duplican los del resto de países de la UE. Los repetidores restan 2.500 millones a las arcas del Estado.
Y, según Juan José Dolado, catedrático de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid, los informes de PISA y PIRLS plasman “el progresivo deterioro de los conocimientos que aporta la ESO”. Para Dolado, resulta incomprensible que, frente a los déficits de rendimiento educativo acumulados durante las dos últimas décadas, la polémica se haya centrado en la asignatura de Religión o en la Educación para Ciudadanía. Y mientras, la proporción de alumnos que no alcanza los mínimos requeridos en ciencias, lectura y matemáticas supera en 3 o 4 puntos a la media de la UE. “Lejos de interpretarse como una tendencia a la mediocridad, los datos revelan que el rendimiento se distribuye a modo de reloj de arena. Los buenos estudiantes son bastante mejores y los malos mucho peores. En otros países, donde la educación pública tiene prestigio, como en los lycées franceses y las skole noruegas, la gráfica es claramente un hexágono”.
En el último pleno del Congreso, el ministro justificó la reforma para solventar un sistema estancado y rígido que no proporciona los resultados académicos deseados. Como debilidades, el ministro expuso la diferencia de resultados entre comunidades autónomas, la baja autonomía de los centros y la tasa irrisoria de titulados de FP. Sobre las evaluaciones externas, el ministro asegura que los resultados académicos han mejorado en los 17 países europeos que las han aplicado. “No tienen un fin punitivo, ni servirán para clasificar centros, ni establecer rankings. La LOMCE intenta aplicar y establecer recetas similares a las que han permitido a esos países mejorar sus resultados. Son medidas basadas en la evidencia, nunca en el capricho o la improvisación”. Pero por más que el ministro insista en la reforma como una decisión inaplazable, para la mayoría de los grupos políticos nace con un certificado de defunción bajo el brazo que firmaron en verano sus portavoces, a excepción de UPyD, UPN y Foro Asturiano.
Nacida para morir
En tal acta, los diputados se comprometen a derogarla en la próxima legislatura por considerarla insolidaria y elitista. En el texto señalan que la ley supone “un ataque a la igualdad de oportunidades, un retroceso en la equidad y en la calidad de la educación, y una clara transgresión de las competencias de las comunidades autónomas”. Desde algunos partidos ya ha habido amenazas de insumisión. “Trabajaremos para que el Gobierno y la sociedad de Cataluña no la acaten”, ha advertido Joan Tardà desde Esquerra Republicana.
Si la ley nace muerta para una parte del Congreso y sin el consenso ni el acuerdo necesarios, ¿qué se puede esperar?
Injusta y desigual
Si echamos la vista atrás, ninguna Ley Orgánica de educación ha contado jamás con el consenso, ni político, ni ciudadano. ¿Qué hay de nuevo esta vez? Quizá la virulencia.
Sirva de ejemplo la intervención de un miembro del Sindicato de Estudiantes en el Congreso de los Diputados contra la LOMCE. En días alcanzó en YouTube más de 400.000 visitas, y en horas la red había recibido miles de mensajes de apoyo.
Para el rector de la Universidade da Coruña, Xosé Luis Armesto, el estacazo más fuerte lo asestó el Decreto de abril de 2012, “que cambió la filosofía de las tasas universitarias de matrícula y pasó a ser un porcentaje del coste del servicio, diciendo que se incrementarían progresivamente hasta cubrir el coste total. Esto es atribuir a las familias un pago que ya está financiado con los impuestos de los ciudadanos”. Además, Armesto considera que el nuevo sistema exige a los becados un rendimiento académico mayor, cuando son los que tienen una situación económica y social más desfavorable.
Y en medio de tanta polémica, sorprende la opinión de Jesús Jornet, catedrático de Medición y Evaluación Educativas de la Universitat de València, quien dice que los resultados del informe PISA no son tan catastróficos ni tan grande la brecha que separa la media de la OCDE con la nuestra si nos fijamos en el nivel socioeconómico y cultural de las familias.
¿No fue el escritor Andrew Lang quien comparó las estadísticas con el uso que hace de la farola un borracho? Se apoya, en lugar de iluminarse. ¿Podría este argumento echar por tierra la justificación de la LOMCE?
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