El mar esconde un tercio de la masa vegetal del planeta. Este bosque alberga 30.000 especies de algas clasificadas hasta el momento, con innumerables aplicaciones que apenas han sido explotadas.

Las más ‘chips’

Las diatomeas son microalgas unicelulares que tienen, entre sus muchas virtudes, una cubierta de sílice. Este material es de gran utilidad en la fabricación de microchips para ordenador. Hasta ahora, estos componentes tienen unos límites de tamaño que los ingenieros intentan reducir, y aquí es donde las diatomeas aparecen como una nanoesperanza. De momento, investigadores de la Universidad de Washington han identificado 72 genes implicados en la fabricación de esta carcasa, y el estudio concluirá con éxito si consiguen imitar el proceso a escala nanométrica. Esto permitiría fabricar chips más pequeños y que serían más rápidos en el procesado de datos. La solución ideal.

El caviar no es lo que era

Galicia es ya la mejor huerta submarina del sur de Europa. Según afirma Antonio Muiños, director de la empresa coruñesa Porto Muiños, uno de los principales productoras de algas para el consumo en España: “En Galicia se facturan anualmente, solo con algas comestibles, dos millones y medio de euros”. Los productos estrella  son la wakame y la kombu dulce.  La primera se comercializa deshidratada, en copos o enlatada, y junto a productos en conserva, como moluscos y sardinas. La segunda, además de dar lugar a harinas para talasoterapia y panes especiales, produce el famoso glutamato, o potenciador del sabor. También se encuentra en el relleno de las aceitunas y  en la elaboración de los sucedá­­neos del caviar.

Recoger la cosecha

Trabajadores de Algamar (www.algamar.com), en Galicia, recolectando materia prima para sus productos (abajo).
1.- Paté de algas. 100% vegetal.
2.- Galletas de arroz y alga. 50 gramos de algas por kilo.
3.- Palitos integrales de sésamo y algas. Ideal tentempié.

Motores limpios

Según apuntan los expertos, las algas son la forma más eficiente de obtener biodiésel. Al realizar la fotosíntesis, estas producen, además de su energía, aceites vegetales transformables en combustible no contaminante, porque no emite CO2. Y tampoco contiene sulfuros ni sulfatos. Su rendimiento es 300 veces superior al que se alcanza con soja y 25 veces mayor que el de la pal­ma. Además, crecen co­mo nada en el planeta. No necesitan extensos terrenos de cultivo y pueden vivir en casi cualquier espacio ce­rrado, por lo que pueden cultivarse en un tanque en cualquier lugar. Tal como apunta Unamunzaga, director de Fitoplancton Marino, no ha de competir con otros productos por el terreno de cultivo, y evitaría así el incremento de los precios de los cereales y la escasez de alimentos primarios, consecuencia de la producción de biodiésel con los primeros. En Alicante na­ció la primera empresa del mundo en fabricar biopetróleo a partir de microalgas. Se llama BFS. El Instituto de Investigación Agroalimentaria de Tarragona estudia la producción de biocombustible a partir de microalgas.

Pasar más allá de la piel

Contienen mucho yodo, el primer desinfectante de la historia, lo que, junto con oligoelementos, vitaminas, y en algunos casos selenio, las hace muy beneficiosas para la hidratación y regeneración de la piel”, explica Juan Manuel Salinas, director del Centro Oceanográfico de Santander. “La absorción por parte de la piel de estos componentes estimula el metabolismo, desintoxica y ayuda a equilibrar la retención de agua”, añade. En esto se basan la algoterapia, el tratamiento con algas o sus extractos para la salud y el bienestar, y la talasoterapia, que utiliza el mar y sus productos como fuente de salud. Ambas, mercados en clara expansión en España.