El género dominante en la obra de Cézanne es el paisaje, que comprende la mitad de su producción total y que el pintor, como sus compañeros impresionistas, identifica con la práctica de la pintura al aire libre. Pero, a diferencia de los impresionistas, Cézanne otorga también una importancia decisiva a un género propio del taller: la naturaleza muerta.
A lo largo de toda su carrera, cultiva paralelamente el paisaje y la naturaleza muerta, que encarnan respectivamente el encuentro directo con la naturaleza y el laboratorio de la composición. El subtítulo de la exposición, Site / Non-site, tomado del artista y teórico Robert Smithson, alude a esa dialéctica entre exterior e interior, entre la pintura al aire libre y el trabajo en el estudio.
Retrato de un desconocido
Retrato de un campesino, 1905‐1906
(Portrait of a Peasant)
Óleo sobre lienzo. 64,8 x 54,6 cm
Museo Thyssen‐Bornemisza, Madrid
La primera sección consta de un solo cuadro: el Retrato de un campesino, de la colección Thyssen-Bornemisza, uno de los últimos lienzos en que trabajó antes de su muerte. El rostro de este viejo campesino ha quedado sin pintar, como un hueco enigmático. Sabemos que Cézanne, cuando le faltaba uno de sus modelos, posaba a veces él mismo ante el espejo. ¿Se trata en realidad de un autorretrato indirecto del pintor?
El Retrato de un campesino está situado en la terraza del último estudio del pintor; entre el interior y el aire libre. Pero esa distinción se supera en el cuadro. La chaqueta azul se confunde a trozos con la vegetación verdiazul del jardín.
Joven descansando, c. 1887
(Boy Resting)
Óleo sobre lienzo. 54 x 65,5 cm
The Arman Hammer Collection.
Donación de la Armand Hammer Foundation.
Hammer Museum, Los Ángeles
El género dominante en la obra de Cézanne es el paisaje, que comprende la mitad de su producción total y que el pintor, como sus compañeros impresionistas, identifica con la práctica de la pintura al aire libre.
Bañistas, c. 1880 (Bathers)
Óleo sobre lienzo. 34,6 x 38,1 cm
Detroit Institute of Arts. Legado de Robert H. Tannahill
Los cuadros de bañistas son el único sector de la creación de Cézzane que no está pintado del natural, y por ello se han considerado siempre aparte. Pero al reinterpretarlos en el contexto de sus paisajes arbolados, sobre todo los pintados en el Jas de Bouffan, la casa de campo de la familia Cézanne, adquieren otro sentido. ¿Y si los desnudos sólo fueran una ensoñación suscitada por los árboles?
Los árboles poseen en Cézanne un valor antropomórfico. En las escenas de bañistas, árboles y desnudos se combinan íntimamente: una figura se esconde detrás de un árbol, o se abraza a él, o se recuesta sobre él; a veces el árbol parece surgir de un cuerpo. Otras veces, la figura humana de un cuadro es sustituida en otro por un árbol, inspirándose probablemente en las metamorfosis vegetales de la mitología clásica.
Los castaños del Jas de Bouffan, c.1885
(The Chesnut Trees of Jas de Bouffan)
Óleo sobre lienzo. 65 x 81 cm
Volkart Foundation, Suiza
Los castaños que escoltan el paseo del Jas de Bouffan fueron uno de los motivos predilectos de Cézanne. Tras la muerte de la madre de Cézanne, esta casa de campo fue vendida para dividir su valor entre los herederos. Los árboles acompañarían al pintor expulsado de su paraíso. A medida que se volvía más huraño, más receloso hacia sus semejantes, los humanos eran sustituidos por ellos. ‘Sus únicos amigos de verdad —escribe Joachim Gasquet— eran los árboles. Esos bosques estremecidos, esos puentes sobre pantanos, esos follajes profundos donde todas las gamas de verdes se atiborran de las savias del bosque, esos verdores lánguidos donde se reflejan todas las respiraciones del agua’.
El último estudio de Cézanne, construido en la colina de Les Lauves, al norte de la ciudad, en una zona todavía rural, estaba rodeado de árboles: olivos, higueras y pinos.
Casa en Provenza, c. 1885
(House in Provence)
Óleo sobre lienzo. 65,5 x 81,3 cm
Indianapolis Museum of Art. Donación
de Mrs. James W. Fesler en memoria
de Daniel W. y Elizabeth C. Marmon.
Así como Cézanne convierte sus naturalezas muertas en paisajes, sus paisajes sin figuras y sin movimiento se transforman fácilmente en naturalezas muertas.
Se suele decir que la naturaleza muerta se caracteriza por una percepción táctil. El ideal de la percepción táctil es el objeto de forma regular, geométrica; en el paisaje, Cézanne obtiene ese efecto recurriendo a la arquitectura.
Los paisajes de Cézanne están sembrados de tejados rojos, casas como de juguete que funcionan casi como las manzanas sobre las telas de una naturaleza muerta.
El aparador, 1877‐1879 (The Buffet)
Óleo sobre lienzo. 65,5 x 81 cm
Sz.pmüv.szeti Múzeum, Budapest
Los bodegones de Cézanne están llenos de ecos de sus paisajes. Sobre todo de la montaña Sainte- Victoire, protagonista casi obsesiva de su pintura.
En muchos de sus bodegones, el mantel sobre la mesa aparece ahuecado, abullonado en forma de montaña, evocando la silueta familiar de la Sainte- Victoire.
La montaña Sainte‐Victoire, c. 1904
(Mount Sainte‐Victoire)
Óleo sobre lienzo. 72,2 x 92,4 cm
El pintor André Masson decía sobre estas pinturas de Cézzane: “Mirad estas naturalezas muertas, siguen el consejo de la Sainte-Victoire: son geológicas.”
Cántaro de gres, 1893‐1894
(Stoneware Pitcher)
Óleo sobre lienzo. 38,2 x 46 cm
Fondation Beyeler, Riehen/Basilea,
Beyeler Collection
Se incluyen cuatro naturalezas muertas de la importante serie en torno a un cántaro de gres. Este objeto sin decoración, sin estilo, posee una única cualidad: su vientre redondo, una forma-madre alrededor de la cual gravitan las cosas. El cántaro de gres no se parece, como los manteles de Cézanne, a la Sainte-Victoire; pero es un equivalente de la montaña por su modo de ser un centro
Naturaleza muerta con flores y frutas,c. 1890
(Still Life with Flowers and Fruits)
Óleo sobre lienzo. 66 x 81,5 cm
Staatliche Museen zu Berlin,
Nationalgalerie
En este cuadro la tensión entre el gran ramo de flores y el mantel que se levanta en diagonal encuentra su paralelo en el diálogo entre el pino y La montaña Sainte-Victoire, que hemos visto en el cuadro anterior.
En las naturalezas muertas de Cézanne, manteles y cortinas irán cubriendo progresivamente la superficie de la mesa, las patas de la mesa y las paredes
del estudio, hasta ocultarlas por completo. Hasta sepultar las coordenadas cartesianas del espacio interior, símbolo del control racional del artista, bajo la orografía de un paisaje.
Gardanne, 1885‐1886
Óleo sobre lienzo. 80 x 64,1 cm
Metropolitan Museum of Art.
Donación del Dr. y Mrs. Franz H.
Hirschland, 1957
Si en los bodegones de Cézanne la mesa quedaba enmascarada por las telas que simulaban un paisaje, en sus paisajes el pintor impone una estructura parecida a la superficie de una mesa: un primer plano vertical, un plano horizontal y otro plano vertical de fondo. Esta configuración en escalera, que empuja nuestra mirada hacia arriba y hacia el fondo, se desarrolla desde los paisajes de l’Estaque hasta las vistas de Gardanne. Esto tendrá una influencia decisiva en los primeros pasos del cubismo, representado en la exposición por algunas obras de Braque, Derain, Dufy y Lhote.