Las japonesas cuentan con un lugar donde masturbarse
Cuando la masturbación femenina no ha logrado despojarse aún de su condición de tabú, Tokio ha abierto un local pensado para que las mujeres puedan practicar el autoerotismo. Se llama Love Joule y su éxito confirma algo que el doctor Alfred Kinsey detectó hace ya seis décadas: la mujer se masturba casi con tanta asiduidad como los hombres. El espacio dispone de vibradores y un surtido muy variado de productos eróticos con los que dar rienda suelta a la imaginación.
Aumenta el número de alergias al propio semen
Los médicos no han dado aún con su causa, cada vez más frecuente en los países desarrollados. Es una reacción a las proteínas que contiene el propio semen. Se considera una alergia extraña e irrumpe en los primeros minutos posteriores a la eyaculación. Provoca enrojecimiento, fatiga, ardor e hinchazón en áreas que han entrado en contacto con el fluido.
A mayor coeficiente amoroso, peores habilidades cognitivas
O lo que es lo mismo, el amor nos aturde. Ya sospechábamos algo así, pero ahora es la ciencia la que lo corrobora con una investigación de la Universidad de Maryland (Estados Unidos) en la que sus participantes enamorados demostraron una merma sorprendente en otras capacidades: memoria, razonamiento, resolución de problemas, focalización y concentración, entre otras. Tal fenómeno ocurre solo cuando el amor es apasionado, algo que tiene una duración muy limitada. Afortunadamente, el amor sosegado que sigue a este momento de mayor impulsividad y vehemencia permite recuperar las capacidades habituales.
Cosquillas eróticas
El tickling es la última tendencia en sexualidad femenina. Consiste en hacer cosquillas en las principales zonas erógenas (orejas, cuello, nuca, clítoris, etc.) como forma de aumentar la intensidad sexual en la pareja. Desde la neurología, el impacto de las cosquillas se explica tomándolas como generadoras de risa y, por tanto, de endorfinas, las moléculas que modulan el placer en el cerebro. Su capacidad de excitación es similar a la de otros actos preliminares.
Relaciones rotas de museo
Coleccionar desengaños no debe de ser lo más saludable para el corazón, pero si son ajenos el repertorio, pueden incluso adquirir categoría artística. Así está haciendo la artista mexicana Paulina Newman, quien ha creado su propio museo con los artículos personales que le llegan de amores rotos. Ella dice que el momento de deshacerse de uno de estos recuerdos es terapéutico y clave para iniciar una etapa nueva, libre de lastres pasados. El Museo de las Relaciones Rotas nació en Zagreb, Croacia, y ha recorrido ya más de 30 ciudades del mundo.
Orgasmos que se comen
En la localidad cántabra de Santillana del Mar, los orgasmos a la crema de orujo son capaces de conducir al éxtasis a quien los degusta. A esta delicia la acompaña una leyenda que no tiene desperdicio: “Solamente a un orgasmo es comparable la satisfacción producida por estas exquisitas pastas que combinan la excelencia masculina del orujo de nuestra tierra con la femenina de las mejores frutas de los bosques de Cantabria. Al paladearlos está usted entrando en un paraíso de sensaciones placenteras que le provocarán un auténtico orgasmo gustativo”.
Marihuana, no para el sexo
En pleno proceso de legalización de la marihuana en algunos estados de Estados Unidos, como Colorado y Washington, salen a la luz distintas investigaciones que hablan de sus secuelas. Y una de ellas es el daño que provoca en la sexualidad. Según un estudio aparecido en la publicación Journal of Sexual Medicine, el abuso de marihuana y otras sustancias perjudica el interés y el rendimiento sexual de los hombres, incluso una vez abandonado el hábito. En mujeres disminuye la lubricación vaginal y, a largo plazo, inhibe la ovulación. También puede alterar el sistema reproductor y en adolescentes quizá interrumpa el proceso normal de desarrollo, igual en hombres que en mujeres. En España su consumo está despenalizado, aunque se sanciona si se hace en público, el tráfico, el cultivo, la promoción y la venta.
La caza de la homosexualidad en Rusia
Rusia recrudece su campaña contra la homosexualidad. La ley antigay rusa, que prohíbe la propaganda de relaciones sexuales “no tradicionales” cerca de menores, está generando un miedo creciente en la comunidad gay. El Gobierno de Putin insiste en que la medida se tomó para proteger los derechos de los menores, pero diferentes organismos, como Amnistía Internacional, han denunciado que la ley habilita la discriminación desde el Estado, promueve la intolerancia y alienta la violencia por cuenta propia. Así, en ciudades como Moscú, con más de 11 millones de habitantes, la homosexualidad se vive en secreto y casi en guetos.