La cultura hipsters arrasa en cualquier ciudad del mundo con sus hombres de aspecto retro y barbas decimonónicas. Pero cualquiera que se acerque a Málaga en estos días podrá visitar la exposición To shave or not to shave, donde comprobará que la erótica de la barba se remonta a la época de las cavernas. La muestra es casi una reproducción del libro Moustaches Whiskers & Beards, de Lucinda Hawkley, y exhibe una historia de filias y fobias en torno al vello facial a través de catorce artistas.
La barba, el bigote y las patillas han permitido a lo largo de la historia del hombre un juego de identidades y significados con la sexualidad y sensualidad como telón de fondo. Durante mucho tiempo, la barba se consideró símbolo de sabiduría, poder y virilidad. Ahora la mujer, mucho más puntillosa, decide que la barba es un atributo sexual siempre que no pase de diez días ni sea excesivamente frondosa. Imberbes y hombres con un simple bigote se quedarían para vestir santos.
El dilema afeitarse o no afeitarse toma estos días un carácter disparatadamente femenino después de la publicación en las páginas del Daily Mail de la historia de una mujer que habla de los resultados tan satisfactorios que deja el afeitado sobre la piel. Está por ver si esta técnica anti envejecimiento femenina sube también la libido de los hombres.