En Senran Kagura, el último videojuego erótico que ha llegado a España, el pecho se usa como medida de todas las cosas: 300 kilos de tetas en las luchadoras, 25 minutos de tetas… Perdón, de duración. El resto, ninjas extremadamente bien dotadas, un pulpo pervertido que no deja un tentáculo libre entre tanto cuerpo semidesnudo y unas cuantas picardías muy del gusto japonés, como la prueba que incita a quitar la ropa a las protagonistas y hacerles tocamientos. Por lo demás, es un juego sencillo y rápido. Para adultos, claro. En su versión para PlayStation 4, permite combates online de hasta diez jugadores al mismo tiempo. En Estados Unidos, la organización ESRB, que se encarga de calificar los juegos, ha emitido un informe en el que advierte de los diálogos con referencias sexuales soeces y la presencia continua de personajes con el trasero expuesto o agarrando unos pechos. Nada inesperado: desnudez parcial, temas eróticos, lenguaje fuerte, combates intensos y violencia. Realmente son las señas de identidad de los videojuegos dirigidos exclusivamente a un público mayor de edad. ¿Su aceptación sería la misma sin ese tono picantón y carnal?
Igual que hicieron el cine y otras formas artísticas, los videojuegos llevan un tiempo abriéndose paso en esto del erotismo, y según la psicóloga Lara Castro, fundadora de Placer ConSentido, deberíamos tomarlos como un estímulo sexual y erótico más dentro de una gran variedad: “Los videojuegos pueden ayudar a practicar las habilidades de seducción y nos exponen formas de sexualidad y prácticas sexuales que podríamos aprovechar para estimular la imaginación con fantasías eróticas de cualquier tipo, incluso aquellas que nunca llevaríamos a cabo en nuestra vida real. Y esto no debería tener ninguna consecuencia negativa para nadie”.
Los expertos reclaman que se hagan más visibles situaciones diferentes de la heterosexualidad. El movimiento ‘indie’ ya ha creado contenidos que ridiculizan el machismo
Pero ¿qué hay de la soflama machista que perpetúa en muchos de estos juegos los estereotipos de género? Sin dejar de ser cierta, Castro asegura que esos contenidos son los que están en el imaginario erótico de los usuarios, y sus gustos y preferencias en el videojuego aportan información muy reveladora para la psicoterapia. “Además, la tecnología ha mejorado de tal manera que la persona llega a sentir que está viviendo una experiencia casi verídica, por lo que el videojuego erótico es también una excelente herramienta de refuerzo en caso de dificultad sexual”. La psicóloga los ve muy útiles para ayudar a vencer la disfunción eréctil y la eyaculación prematura, siempre que se integren dentro de una terapia más compleja.
Las reacciones ante un juego que se obstina en el desparrame de testosterona, músculos y genitales son dispares. Algunos usuarios se incomodan cuando se ven obligados a actuar de determinado modo si quieren avanzar en el juego y no acaban de encajar en el personaje. Otros, por el contrario, se sienten tan a gusto en su rol que lo toman como modelo poco saludable para su vida.
Eurídice Cabañes, presidenta de la plataforma ArsGames, confirma que el videojuego es decisivo en la construcción de nuestra sexualidad, aunque esto pasa inadvertido para el usuario.
“Lo malo es que la mayoría construye nuestra sexualidad tomando como base estereotipos, promoviendo una sexualidad que se restringe a la heterosexualidad y en la que el hombre asume un papel activo y la mujer pasivo”.
La sexualidad que exhiben estos juegos DEBE VERSE CON PERSPECTIVA. En la realidad, ni los cuerpos son tan perfectos ni el hombre tiene el control
Pero existen también títulos con contenido erótico que muestran relaciones más igualitarias, un sexo realista y cuerpos naturales. Son juegos que toman la cara más inocua y candorosa del sexo. Es el caso de Doctor Lovely, una aplicación para parejas enamoradas que les anima a descubrir una vida más excitante: tríos, estriptis, juegos de roles y fantasías sexuales.
Aunque son aspectos que se van puliendo, Cabañes echa en falta la presencia de otro tipo de sexualidades no normativas y su potencial como herramienta de experimentación para el usuario, si bien desde el movimiento indie ha conseguido que asomen algunos títulos en este sentido. Por ejemplo, Orgasm Simulator, de Molleindustria, una caricaturización extrema del machismo ramplón, según Cabañes: “El objetivo de tu avatar femenino en el juego es el de simular un orgasmo para que el hombre quede satisfecho. El autor emplea el propio universo simbólico de nuestra sociedad (y por ende, de los videojuegos) para desenmascararlo y traerlo de algún modo al terreno de lo consciente”.
En esta misma línea, Dys4ia, compuesto por pequeños puzles que narran la biografía de un transexual en plena terapia de reemplazo hormonal. Y Coming Out Simulator, un simulador en el que el usuario se pone en la piel de una persona cuando sale del armario y tiene que hablar con sus padres para explicarles su homosexualidad.
ArsGames ha lanzado el Playlab XY01, una plataforma que permite reflexionar sobre el sexo en los videojuegos. Una de sus creaciones es Homozapping, que transmite que no todo el mundo encaja en dos sexos o dos géneros.
El interés por el contenido erótico va en aumento. El 37% de las personas que los disfrutan son mujeres. Suelen jugar en pareja
ELLAS
Algunas plataformas de censura critican los juegos que incitan a la sumisión femenina.
La mujer como trofeo después de superar etapas de juego es ya un lugar común.
Abundan los personajes que exageran el estereotipo de la feminidad: grandes pechos, cara angelical, pelo largo y sinuosas curvas.
Muchas historias tienen como argumento central una mujer a la espera de ser rescatada por un protagonista muy varonil.
ELLOS
Los personajes masculinos no muestran reparo en mostrar y ofrecer sus atributos más vistosos.
En muchos juegos hay una dicotomía recurrente: el amor o la lujuria sin ataduras.
El cuerpo femenino como objeto de conquista es uno de sus contenidos preferidos.
La presencia masculina a veces se reduce a unas manos o un pene para interactuar con el cuerpo femenino. El hombre sale de sus embrollos con su inteligencia. La mujer espera a que la rescaten.