16 preguntas que seguro no vas a saber responder (o sí…)

Las ardillas salvajes huyen si detectan un posible peligro, pero se detienen a observar la amenaza cuando alcanzan una distancia prudencial. Esta curiosidad les ha aportado una gran ventaja evolutiva, hasta el punto de que tendrías que irte a los polos para encontrar un hábitat sin ardillas. La curiosidad de estos pequeños animales es un reflejo de su gran capacidad de observación y aprendizaje. Son capaces de distinguir los tipos de bellotas para saber cuáles deben comer primero. Incluso eliminan la parte adecuada de las que han germinado para detener el proceso y guardarlas durante el invierno. Y saben prevenir el comportamiento de los demás animales, por eso la ardilla de la foto  no huye del búho: ya sabe  que solo caza por las noches.

Depende de la persona y del espectáculo que ofrezca. Una pértiga típica mide unos 12 metros y pesa alrededor de 14 kilos que están concentrados en ambos extremos, pero algunas alcanzan los 26 kilos. El peso del tiento, que es el nombre que recibe la barra, es fundamental en el juego que se establece entre un eje –que suele ser un cable– y un centro de masa que puede rotar a su alrededor –el equilibrista–. La longitud frena la rotación que le llevaría fácilmente al suelo, de manera análoga a cómo el peso dificulta la aceleración de un objeto cualquiera.

En una misma especie de salmón salvaje el color varía del blanco
al naranja, pasando por un tono rosáceo. La diferencia se debe a que algunos ejemplares tienen la habilidad genética de procesar carotenoides, sustancias que dan color anaranjado tanto a los salmones como a las zanahorias. Los peces adquieren estos antioxidantes de su dieta: del plancton, del krill, de las gambas… La astaxantina es el más conocido y, de hecho, se añade a los piensos usados en acuicultura cuando es necesario corregir el color del pescado.

Las tropas españolas usan patrones de camuflaje conocidos como verde boscoso y árido. El primero está compuesto por cuatro tonos de verde y uno de negro; el árido tiene tres tonos de marrón. Otros países tienen camuflajes similares, pero los tonos de los colores pueden variar según la vegetación y la geografía propias. También hay patrones con hasta tres tonos de gris y un negro para la noche, y de tres tonos de gris claro y uno blanco para la nieve. Y algunos aviones de combate visten hasta cuatro tonos de azul.

No exactamente. Los materiales de estos sistemas de sujeción se vician con el tiempo, debido a que las altas temperaturas, especialmente en verano, los dilatan. El mismo uso de elementos como el arnés de sujeción hace que pierdan eficacia y el paso del tiempo es suficiente para degradar las piezas de plástico. Los expertos consideran que las sillas pierden su efectividad después de seis años de uso. La mayoría de los modelos indican la fecha de fabricación, pero no hay impedimento legal para usar una silla que ya haya sobrepasado este límite temporal.

Sirio, técnicamente conocida como Alfa Canis Majoris. Hay que saber buscarla en la constelación Can Mayor porque Júpiter y Venus, incluso Marte y Mercurio a veces, brillan más.

Esta especie se aparea con bastante regularidad, pero los encuentros solo son fructíferos cada dos años. La hembra tiene una o dos crías, que suelen permanecer con ella hasta que cumplen 18 meses. En cautividad es más complicado conseguir el embarazo, por eso se mima mucho a las crías: las de la foto reciben comidas de 20 tipos de bambú y en las instalaciones del centro donde viven tienen hasta un gimnasio propio. Deben estar vigiladas; son bebés bastante torpes.

Un pequeño reino ubicado en la cordillera del Himalaya, entre China e India, que se llama Bután. El límite de velocidad en las ciudades varía entre 8 y 20 kilómetros por hora. Y el límite máximo permitido en las carreteras que conectan el país es de 50 kilómetros por hora. Bután no tiene ninguna gran autopista y sus pocas carreteras se parecen mucho más a nuestras pistas forestales que a nuestra red viaria.

En efecto. No en vano, la fermentación del pan es un trabajo que suele correr a cargo de la misma levadura que se emplea para elaborar la cerveza, la inestimable Saccharomyces cerevisiae. Todo lo que necesita está en la propia harina, aunque el proceso de fermentación no comienza hasta
que se añade el agua. El líquido degrada el almidón, un azúcar complejo que constituye tres cuartas partes del cereal. Las responsables son una serie de enzimas que esperan pacientemente el baño y que, una vez se produce este, descomponen el almidón en azúcares más simples, como la glucosa. Es entonces cuando comienza la fermentación alcohólica. La levadura digiere la glucosa y en el proceso produce etanol y el dióxido de carbono responsable de que la masa aumente de volumen. En torno al 40 por ciento del peso de la glucosa de la masa puede convertirse en etanol, y a esa cantidad hay que añadir el que pueden producir algunas bacterias que también están presentes en la mezcla. Eso sí, todo el alcohol se evapora poco después de meter la masa en el horno.

Podría decirse que ligeramente más alta que la de la ola, que en aguas poco profundas ronda los 21 kilómetros por hora. Pero es un cálculo poco realista porque hay muchos factores que influyen en el resultado: el peso del surfista, la forma de la tabla, el tipo de ola, su velocidad, la dirección y la fuerza del viento, la gravedad que impulsa al surfista cuando se inclina hacia abajo… Son demasiados elementos, y demasiado caprichosos, como para controlar todos con facilidad. Pero los cálculos de un informe que publicó la Universidad de Hawái en 1974, que tenía en cuenta la complejidad del asunto, indican que la máxima velocidad que un surfista puede alcanzar en una ola de unos tres metros, en una trayectoria inclinada 30 grados, es de unos 43,5 kilómetros por hora.

Se puede engañar a los receptores del sabor de dos maneras distintas. La primera está basada en unos pequeños electrodos que aplican corrientes eléctricas. Con las variaciones oportunas, las descargas nos hacen percibir los cuatro sabores básicos, pero no es muy efectiva en la recreación del dulce. Hay otra técnica que se ha mostrado más efectiva para eso. Puede combinarse con la anterior y se basa en cambios ultrarrápidos de temperatura.

Curiosamente, el término astronauta se reserva para los viajeros espaciales occidentales. A los rusos se les llama cosmonautas y a los chinos, taikonautas, que viene de tàikong, espacio en mandarín. El término, acuñado en 1988, ha sido plenamente aceptado en nuestro entorno a pesar de que el oficial chino, yuhángyuán, no tiene nada que ver.

La velocidad de sus vuelos apenas ha aumentado desde la década de 1960, aunque actualmente es sencillo recuperar el tiempo perdido por un retraso en el despegue y cumplir con la hora de llegada. La razón de mantener la velocidad a lo largo de los años es ahorrar combustible.

Existen unas 20 variedades de olivo cultivadas ampliamente en la Península. El aceite se extrae fundamentalmente de cuatro, mientras nueve variedades copan el sector de las aceitunas de mesa.

Este tipo de fotografías pueden hacerse de dos maneras. La clásica es tomar varias imágenes y superponer los extremos para montar una más amplia. En este caso, se debe recurrir a software específico. La segunda opción es mucho más interesante para los usuarios de teléfonos móviles. Consiste en barrer con la cámara el marco elegido para la panorámica y obtener la foto directamente. La clave está en que la cámara hace un vídeo del que selecciona una serie de fotogramas, que usa como si fueran fotografías. En ambos casos, la tecnología debe ser capaz de detectar los bordes de las figuras, aunque estén borrosos, para luego hacerlos coincidir y conseguir elaborar una sola imagen.