Manspreading es el nombre que recibe la costumbre de muchos hombres de sentarse con las piernas bien abiertas, ocupando más espacio, casi como si estuvieran marcando su territorio. Una práctica que puede resultar especialmente molesta cuando se viaja en autobús o en metro. Por ese motivo, los transportes de Madrid van a empezar a usar placas distintivas que adviertan a los usuarios de que deben respetar el espacio de los demás viajeros.
Medidas como estas ya han sido tomadas anteriormente en ciudades como Nueva York, Tokio o Estambul. En algunas ocasiones también se han organizado campañas contra el manspreading no solo por lo molesto que resulta, sinó también porque se le considera un símbolo de prepotencia machista.
Paradójicamente, una investigación realizada en 2016 por la Universidad de Berkeley reveló que los hombres que adoptan esa postura resultan más atractivos a los ojos de las mujeres. Aunque hay que tener en cuenta que las voluntarias que participaron en el experimento no se encontraban sentadas bien apretujadas en un vagón del suburbano. Tal vez en ese caso el resultado habría sido bien distinto.
Sea como sea, lo cierto es que el manspreading se ha convertido en una práctica molesta y que cada vez está peor vista. Y de la que muy pocos varones se libran. Ni siquiera los políticos que dirigen los designios de nuestros países, tal y como demuestra esta galería. Ellos no acostumbran a viajar en metro, pero no pierden ocasión de separar bien sus piernas cuando se sientan.