Nunca antes hemos tenido tanto control sobre cómo y cuándo ver una ficción por capítulos, y eso ha transformado nuestros hábitos de consumo hasta el punto de poder acabarnos una temporada en menos de 24 horas. Seguir una serie de culto es casi una obligación social: si no estás al día, no eres nadie.
La ciencia ficción, la fantasía y la comedia son los géneros que más llaman la atención a los ‘binge watchers’.
La mejor opción actual para practicar binge watching (para que el maratón merezca este nombre hay que ver al menos tres capítulos de una hora del tirón) es, sin duda, Juego de tronos: 31 millones de espectadores de todo el mundo se han enganchado a su penúltima temporada. Su último capítulo, de 81 minutos de duración, es uno de los más largos que se recuerdan y el de mayor audiencia: 12 millones de seguidores. Con siete temporadas a sus espaldas, su producción es una de las más costosas de la historia: cada capítulo de la tanda final costará 15 millones de euros. Pero este fenómeno no solo se mide en cifras, también en movimiento social: es una de las series más tuiteadas –mereció más de 13 millones de comentarios en 2017–; ver sus capítulos en directo supone todo un evento en los bares de EE. UU. y sus giros de guion son tan impredecibles que ha generado un fenómeno que implica grabarse en vídeo mientras se ve el capítulo y subir las reacciones a YouTube. ¿Y si hablamos de un lugar fetiche de la serie? Sin duda, sería San Juan de Gaztelugatxe (País Vasco). Sus 241 peldaños dirigen en la ficción a las puertas de Rocadragón y fue elegido como la mejor localización cinematográfica de la década en el European Film Location Award, además de ser visitado este verano por más de 300.000 personas.
Pasarlo mal funciona
Pero si tenemos que destacar una serie que ha llevado el concepto de maratón a otro nivel, esta es Stranger Things con el estreno de su segunda temporada. Según la empresa de investigación de mercados Nielsen, unas 361.000 personas vieron sus 10 capítulos en menos de 24 horas en EE. UU. (este fenómeno también tiene nombre, binge racing). Sus creadores, los hermanos Duffer, han sabido hacer un certero homenaje a las principales producciones de los 80 mezclando a partes iguales ciencia ficción y terror. Cada detalle está pensado al milímetro para atraer a la generación que creció en esa década, desde la banda sonora hasta los objetos fetiche: los gofres Eggo que tanto gustan a Eleven, la laca de Farrah Fawcett para lucir un pelazo como Steve o el mítico patinete marca Madrid que usa Max. Y eso sin contar con los innumerables fans del monstruo protagonista: el Demogorgon, una especie de Alien del Mundo del Revés que ha entrado en la historia de la televisión por la puerta grande. Y es que, al parecer, lo malo vende. Y mucho.
En The Walking Dead, los creadores han conseguido que los vivos nos preocupen más que los muertos. En realidad, uno en concreto: el jefe de los Salvadores, Negan, que con su bate de béisbol Lucille (otro objeto de deseo para coleccionistas) va sembrando el terror allá por donde pisa. La simple presencia de este antagonista puede acabar con nuestros nervios. De hecho, suele liderar las listas de los villanos más odiados y a la vez más seguidos dentro del universo fandom junto con otro de nuestros favoritos, Pablo Escobar, de Narcos.
Influencia social
La serie de los caminantes se cuela siempre en el top de las más comentadas en Twitter. Junto a ella, Por trece razones es la segunda con mayor impacto en redes: hasta 11 millones de personas llegaron a exprimir el relato de una joven que explica por qué se ha suicidado. La escena de la protagonista cortándose las venas ha sido de las más duras y polémicas de la televisión reciente, incluso ha hecho que los institutos se replanteen sus políticas sobre violación, bullying o acoso sexual. Un hecho, este último, que no solo ocupa temario en las escuelas: se ha convertido en trending topic en Hollywood y ha influido en series líder. Dos han sido los escándalos más sonados, uno protagonizado por Kevin Spacey (House of Cards), que sin haber sido juzgado ya ha sido obligado a abandonar la ficción, y el otro por Jeffrey Tambor (Transparent), cuya permanencia en la serie pende de un hilo.
El boca a boca también ha conseguido que dos trabajos protagonizados por mujeres se hayan colado en todos los hogares y liderado los principales premios televisivos en EE. UU. Por un lado, El cuento de la criada, la primera serie de internet en llevarse un Emmy a mejor drama. Basada en el libro de Margaret Atwood, su segunda temporada promete ser mucho más oscura e inquietante. Por otro, Big Little Lies, que nació para tener una temporada pero ha logrado, con sus 8 Emmy, resurgir con una continuación que llegará a HBO en otoño. n