13 extrañas preguntas que necesitabas conocer (y tú aún sin saberlo)

No es posible ilegalizar lo inevitable, pero sí se puede prohibir el enterramiento en ciertos lugares. Los pueblos
de Lanjarón y Darro, en
Granada, lo hicieron para llamar la atención acerca de la superpoblación de sus cementerios. Hay otros lugares donde la medida está más justificada. En Longyearbyen (Noruega), los enterramientos están vetados porque los cadáveres no se descomponen por el frío pero, con el cambio climático, el deshielo acaba sacándolos de su tumba. Y eso atrae a los osos polares, que son invitados poco amistosos.

Los osos panda son claramente vegetarianos, pero su organismo no sigue el plan corporal típico de los herbívoros. Curiosamente, pertenecen a la orden Carnivora, un grupo de mamíferos placentarios que engloba a los gatos, los perros, los osos y las hienas. Ha compartido el mismo camino evolutivo. La explicación de la rareza está en que su sistema digestivo está colonizado por una serie de microbios que le han permitido desarrollar su dieta basada en una planta poco nutritiva como el bambú. Esta singularidad lo acerca a animales como el lémur, una especie de la que divergió hace 83 millones de años y que se alimenta de la misma planta gracias a los mismos microbios intestinales.

No solo pueden, sino que algunos de ellos están diseñados para hacerlo. Se usan para luchar contra plagas que llegan
al interior de las frutas –y verduras– para alimentarse de los nutrientes que contienen. Para evitarlo, estas sustancias, que se conocen como pesticidas sistémicos, se aplican de manera que sea la propia planta la que las absorba y las distribuya por todos sus tejidos, incluidos los que forman parte de los frutos. Estos pesticidas fulminan directamente a hongos y animales invertebrados como los insectos, no pueden lavarse por completo y son los que más se emplean a nivel mundial. Su cuota de mercado se estima en alrededor del 40 por ciento. Su éxito se basa en que su eficacia persiste durante mucho tiempo, desde meses hasta años.

Cuando el trinitrotolueno comenzó a utilizarse, a mediados del siglo XIX, no se conocían sus propiedades explosivas porque es una sustancia difícil de detonar y relativamente poco potente. Su primer fin fue el de teñir el pelo, un uso que desapareció y resucitó en la Segunda Guerra Mundial. Algunas mujeres que trabajaban en fábricas de munición la empleaban con ese objetivo. Y otras que no lo hacían también acababan con el pelo y la piel amarillos… y serios problemas de salud.

Sí, se ha comprobado que hay quien tiene esa extraña experiencia, en la que la vista y el tacto se entremezclan inesperadamente para hacer sentir el dolor físico de otras personas. Es lo que se conoce como dolor espejo, en alusión a las neuronas espejo, unas células del cerebro que se activan tanto cuando uno realiza una acción como cuando ve a un congénere llevarla a cabo. Los estudios del fenómeno son incompletos, pero uno de ellos estima que el 27 por ciento de
la población puede sentir este tipo de dolor en algún grado.

La cuestión no se había estudiado en profundidad hasta ahora, cuando se da un contexto de alarma generalizada por el cambio climático y cada vez hay más personas que viven en grandes ciudades. Y la respuesta de los científicos da que pensar. Según un estudio reciente de la Universidad Técnica de Múnich, hay una gran diferencia entre un árbol que nace en la ciudad y uno que ve la luz en el campo. Las urbes producen islas de calor que hacen que los urbanos crezcan más rápido. 
Hasta un 25 por ciento más deprisa. Parece que el calor los ayuda a crecer, pero también que su ritmo puede ser demasiado acelerado. Si acaban muriendo demasiado pronto y no son repuestos a tiempo, las consecuencias pueden ser muy graves, ya que ayudan a limpiar el aire, rebajan el estrés de los ciudadanos, son la casa de muchos animales urbanos, refrescan el ambiente y rebajan la fuerza de la escorrentía –el agua de lluvia, que erosiona el terreno si no hay suficientes raíces que sujeten la tierra–.

Los cimientos los puso el monje Lazzaro Spallanzani en el siglo XVIII. Ató el tobillo de un murciélago y el de un búho, y vio que solo el primero volaba sin darse topetazos con las paredes, aunque se golpeaba si le ponía una capucha sobre la cara. Pensó que veían algo que los demás no percibimos, pero cuando les cubrió solo los ojos, esta vez con cera, concluyó que se orientaban con el oído. Más tarde, la tecnología del siglo XX permitió al estudiante Donald Griffin detectar los ultrasonidos de los murciélagos.

Las plantas tienen tres vías para enviar el polen hasta sus congéneres: el viento, el agua y los animales. Las que se valen del viento producen polen pequeño, a veces diseñado con estructuras que facilitan el vuelo, como las esferas de aire que tiene el del pino. No se apelmaza y su producción es abundante porque su trayectoria es aleatoria; así aumenta la probabilidad de alcanzar su objetivo. Las que envían el polen por el agua suelen ser pequeñas y verdosas. Algunas lo liberan directamente en el agua dulce de los ríos o en la salada del mar, y otras producen una gran masa que hace su camino flotando en la superficie. Las plantas que precisan a los animales son las que tienen una ayuda mayor: su polinización puede hacerse gracias a los insectos, las aves, los murciélagos, los reptiles y los mamíferos. En función del animal preferido, las flores brotan más o menos alto, son más o menos densas, más nutritivas, más olorosas…

Según Naciones Unidas, casi mil millones. Viven, sobre todo, en países subsaharianos y asiáticos: en 2014, el 80 por ciento de las personas sin luz habitaban en 20 países de estas regiones. Las infraestructuras renovables independientes de la red están permitiendo un progreso rápido en lugares como Afganistán, donde no había electricidad en 2000, pero que, gracias a ellas, ya ha llegado al 90 por ciento de la población. En conjunto, sin embargo, el avance es lento. La ONU estima que 780 millones de personas seguirán sin luz en 2030.

No hay duda de que la de Estados Unidos (en la foto, una copia se expone en el Archivo Nacional del país junto a la Declaración de Independencia y la Declaración de Derechos).
Su gran mérito fue ser la primera que entró en vigor, en 1789. Pero, en términos de inspiración directa, la que más ha influido en otras ha sido la de Paraguay de 1813. Se promulgó un año después de la de Cádiz, la primera española, y se basó en ella. El texto inspiró un nuevo periodo en Latinoamérica: fue el modelo que siguieron otras 70 constituciones del continente.

La fabricación del instrumento admite nuevos materiales pero sigue habiendo mercado para las maderas. Entre las más estimadas está la del árbol tropical granadillo, que tiene un color oscuro, una gran dureza y un sonido claro. Se importa de Latinoamérica y África. También se usan otras maderas duras como el ébano, cuyo sonido también es apreciado. Entre las nacionales, la de castaño cuenta con gran aceptación. Pero la tradición es emplear la autóctona, pues las castañuelas son un instrumento que se ha desarrollado en toda España, no solo donde se toca flamenco.