Un mito muy extendido es que nuestros antepasados tenían vidas muy cortas, pero la arqueología moderna prueba que no es así
En la cabeza de mucha gente los cazadores recolectores del paleolítico a los 30 años después, los habitantes de la Roma imperial tenían suerte si pasaban de los 40, y en la Edad Media pocos llegaban a viejos. Sin embargo esta idea no se corresponde con la realidad.
Disponemos de documentos de hace 3.500 años que atestiguan que el visir egipcio Ptahhotep se retiró a los 110 años de edad. , y en las tumbas de la Grecia clásica se pueden encontrar difuntos que pasan de los 80.
Entonces, ¿de dónde procede el mito de la cortedad de la vida de nuestros antepasados?
Hay que tener en cuenta que lo único que tienen los arqueólogos para trabajar son esqueletos. El crecimiento de los huesos y los dientes proporcionan una aproximación muy precisa en el caso de niños y personas jóvenes. Sin embargo, a partir de la edad adulta, hay que medir otras cosas como el desgaste, y esto no es uniforme. En algunos individuos hay más señales de desgaste y en otros menos.
Esto hace que en los restos de un humano adulto no sea posible distinguir Si tenía 40 o 90 años a su muerte.
Por otro lado, en las sociedades primitivas la mortalidad infantil era muy alta, pero los niños que sobrevivían llegaban fácilmente a los 40 (salvo accidentes) y tenían muchas probabilidades de vivir fuertes y sanos hasta los 70, según las estimaciones más recientes.
Investigadores de la Universidad de Canberra han aplicado un novedoso método comparativo a un cementerio sajón situado en Inglaterra, de hace 1.500 años. Estudiando cuidadosamente los dientes, descubrieron que dos tercios de los muertos estaban en un rango de edades entre los 45 y los 75, con muchos individuos que la superaban. También encontraron que las mujeres más tiempo que los hombres.
Lo cierto es que la duración de la vida humana no ha variado mucho desde que aparecimos en el planeta. Las probabilidades y las causas de muerte son las que han cambiado radicalmente. En nuestra sociedad, si consiguiéramos eliminar La obesidad, diabetes, y enfermedades cardiovasculares, la esperanza de Vida podría aumentar en 15 años.
REFERENCIAS
The future of ageing DOI:10.1038/35041709
Longevity Among Hunter‐ Gatherers: A Cross‐Cultural Examination DOI: 10.1111/j.1728-4457.2007.00171.x
Identification of the Archaeological ‘Invisible Elderly’: An Approach Illustrated with an Anglo‐Saxon Example DOI: 10.1002/oa.2408