¿Tenemos más o menos sexo durante el aislamiento? ¿Y cómo se hace? Se ha disparado el porno, aumenta la venta de succionadores de clítoris, se impone el coronasutra y el 70% de los que ahora practican sexting no lo habían hecho nunca antes
Primera fase de aislamiento: desgana e inseguridad. Segunda fase: fantasías. Tercera: deseo y porno. Cuarta….. Eso ya depende. ¿De qué? De si tienes pareja y la tienes cerca; si la tienes, pero lejos; si vives en una casa de 40 metros con 4 niños; si los niños ya no son tan niños; si te llevas bien con la gente que vive contigo; si te llevas mal; si estás sola o solo y te encantaría tener compañía sexual; si tienes que convivir con alguien que sospechas tiene el virus… Hay tanta variedad de reacciones como de circunstancias personales en esta situación tan rara e insólita que nos ha tocado vivir.
Lo de no tener tiempo y el estrés laboral ya no es excusa
“Lo que demuestra -según Francisca Molero, Presidenta de la Federación Española de Sociedades Sexológicas- que lo de no tener tiempo y sufrir estrés laboral como excusa para no practicar el sexo no es cierto, ahora hay todo el tiempo del mundo, y no siempre se aprovecha. Depende de nuestro deseo interior y de nuestra relación, no de las circunstancias”.
Pero lo cierto es que el miedo, la incertidumbre y la preocupación, sobre todo en los primeros momentos del confinamiento, jugaron un papel negativo en la frecuencia y satisfacción sexual.
Esta doctora es la responsable en España de una encuesta hecha a más de 5.000 personas entre 18 y 70 años de países de habla española y portuguesa por la AISM (Academia Internacional de Sexología Médica) en los primeros quince días de confinamiento. Aunque los resultados españoles no están aún publicados, lo sorprendente es que se han preferido las fantasías y la masturbación a cualquier otra actividad, tal vez por el miedo al contagio o a no saber si estás contagiado o contagias.
A pesar de todo, los epidemiólogos están casi seguros de que el coronavirus no se trasmite por vía sexual, como sí ocurre con certeza con otros virus como el VIH. La doctora Marta Gurrea, del Hospital La Fe de Valencia responde en el libro 123 preguntas sobre el coronavirus que puede leerse en esta misma web de Quo. “Hasta la fecha no hay evidencia de que el virus se trasmita mediante fluidos sexuales”.
El coronasutra es un juego sexual más que selecciona posturas sin contacto boca a boca
Otra cosa es a práctica sexual. Es difícil que la saliva, el trasmisor principal, no intervenga en algún momento en ella, a través de los besos o del sexo oral y tampoco se descarta que la vía fecal sea un medio de cogerlo, así que si se tiene alguna sospecha o no se tiene certeza de la ausencia de virus en un partenaire, lo mejor es dejarlo para otro momento. Por estas razones, los sexólogos recomiendan ciertas posturas más adecuadas en estos momentos. El “coronasutra” aconsejable incluye: el “perrito”, la “amazona” (uno sentado de espaldas encima del otro) o la “profunda” (una o uno boca arriba, con las piernas sobre el pecho del partenaire), en las que el contacto de la saliva de los amantes es menos cercano que en otras posturas.
6 de cada 10 personas de la encuesta no tiene una vida que permita tener sexo con otra persona en casa
Los resultados de la encuesta anterior mencionada en Argentina revelaron que 6 de cada 10 personas no tenían unas condiciones de vida (de falta de intimidad, sobre todo) propicias para mantener relaciones: el 38 % manifestó que se masturbaba, el 33 % que sí tenía relaciones con su pareja y el 13 % que no tenía ninguna. Mientras que el 84 % decía haber tenido satisfacción sexual normal antes del confinamiento, durante el encierro sólo la mitad de las personas la alcanzaban como antes. Lo que también quedaba claro es que el confinamiento no arreglaba una mala relación, y sí mejoraba una buena. De hecho y por desgracia, los casos de maltrato y violencia machista han aumentado. En China, al final del confinamiento se han multiplicado los divorcios, como se sabe que sucede después de las vacaciones. Aquí en España, un 30 % de los hogares está ocupado por parejas y un 20 % por tres personas, que suele ser un hijo, si calculamos que más de 20 millones de personas adultas tienen que verse día y noche de lunes a domingo, se pueden entender los posibles conflictos. Y también las satisfacciones y ardores aumentados de las parejas que no tienen problemas en la cama.
¿Y qué pasa con los que no tienen pareja? El sexo virtual ha triunfado y algunos se preguntan si su éxito ha venido para quedarse. El sexting está teniendo un éxito arrollador, sobre todo entre los que pueden conseguir partenaires sin salir de casa. Hay quien confiesa tener más sexo que nunca durante la pandemia. Las páginas de contactos están que arden, y muchos han bajado los muros que les impedía tener sexo a distancia, sin contacto. Ahora que no hay otra cosa, pues es más fácil entregarse a lametones telemáticos y juegos eróticos compartidos vía chat. El sexo a distancia se ha normalizado.
Hay quien ha roto el confinamiento para tener relaciones sexuales, harto de tanto sexting y, tal vez por la emoción de hacer algo prohibido y en muchos casos, peligroso y se muestran muy satisfechos con su acción. Como la búsqueda de pareja sexual ocasional en bares o discotecas se ha terminado y se detecta un enorme aumento en el consumo de pornografía.
El sexo se recomienda para subir el ánimo, no lo olvides
Los sexshops confirman todo lo detectado por los sexólogos. Marta Molas, de la tienda Amantis, dice: “La primera semana de confinamiento hubo parón total de ventas. Tiendas cerradas, comercio electrónico casi nulo. La segunda semana la gente empezó a comprar y llegamos a una facturación online de un 50% más que el mismo periodo de 2019. A día de hoy, ya estamos a un 200% de aumento”.
No significa que tengan más facturación, pues carecen de la venta directa, pero “en la última quincena hemos tenido más de 3.300 pedidos y el año pasado tuvimos 1.000 en la misma época.” Sus visitas web han aumentado el 37 %. Es verdad que se adquieren más objetos y se miran más películas, pero también que se gasta menos en cada compra, por la crisis económica.
Aunque su producto estrella siguen siendo los succionadores de clítoris (los distintos tipos de satisfyer), han aumentado mucho los plug, que son como dildos, pero para la zona anal. Parece ser que las personas se han lanzado en masa a la exploración de prácticas menos habituales, esto lo tienen comprobado. Por supuesto, cualquier líquido lubricante y bactericida ha triunfado y también quieren destacar las directivas de esta tienda que hicieron una donación de 1.000 succionadores a personal sanitario que trabaja en la pandemia que los recibió con mucho agradecimiento.
Sexting antes de los aplausos de las 20.00h
Otra curiosidad es que la hora de compra y de consumo de series de sexo, de sexting o de porno se ha trasladado desde las horas nocturnas, las preferidas antes del COVID, a la tarde, el pico está entre las 4 y las 7. Según una encuesta realizada por SexPlace.es entre más de 2.500 españoles, el 68% afirma haber practicado en estas últimas semanas algún tipo dejuego erótico online. Y el 71% de los encuestados aseguran no haberlo practicado nunca antes.
Sin embargo, todos los sexólogos quieren que la población confinada entienda lo importante que es practicar el sexo precisamente ahora en que la mitad de la gente tiene irritabilidad y las dos terceras partes bajo estado de ánimo (según publica la revista The Lancet). “Hay factores estresantes que contribuyen a la disminución del deseo en confinamiento, la incertidumbre, el miedo, el desconcierto, y aunque tengamos más tiempo, esto influye en tener menor número de relaciones sexuales”, dice la doctora Francisca Molero. Pero hay que hacer reflexionar a la sociedad sobre las ventajas de la práctica sexual del modo que cada uno desee u obtenga satisfacción. Mejora el estado de ánimo por la producción de serotoninas; reduce el estrés al bajar los niveles de cortisol; aumenta la autoestima y encima supera el estado físico si se calcula que se gastan como poco unas 100 calorías en cada práctica. Así que, como se suele decir, si se acaba el mundo que al menos nos pillle, pues eso.