El tipo de dieta y la dentadura influyen en la evolución del lenguaje, según un estudio realizado por antropólogos de la Universidad de Miami
El lenguaje evoluciona con el paso del tiempo. Siempre se ha creído que esto dependía de factores que afectaban de la misma manera a cada lengua, como la cultura, la geografía o la organización social. Esto haría que no hubiera diferencias para que unas personas utilicen determinados sonidos.
Sin embargo, un grupo de antropólogos de la Universidad de Miami ha encontrado que la dieta también influye en la evolución de los lenguajes. Una dieta basada en alimentos blandos provenientes de la agricultura modifica la dentadura y esto influye en el habla. Los sonidos son diferentes en comparación con la alimentación y dentadura de las sociedades cazadoras-recolectoras que consumen alimentos más duros.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores han analizado bases de datos de palabras y textos transcritos fonéticamente de más de 7.000 variedades del lenguaje. Para contrastar estos datos, también han estudiado los patrones del habla de diez famosos angloparlantes y los han comparado con los de sociedades cazadoras-recolectoras del Amazonas. Sus resultados se han publicado en la revista Scientific Reports.
Cómo influyen la alimentación y la dentadura en el habla
La alimentación modifica el tipo de mordida de las personas, y esta a la vez influye en la pronunciación. Los adultos de las poblaciones que dependen de la caza y la recolección tienden a tener mordida de borde a borde, según los estudios disponibles hasta el momento. En este tipo de mordida, los dientes de arriba y abajo están a la misma altura.
Por otro lado, las poblaciones que tienden hacia una dieta más blanda y utilizan cubiertos, suelen presentar un mal encaje de los dientes (maloclusión dental) y mandíbulas más pequeñas. Este mal encaje consiste en que, al morder, los dientes de arriba sobrepasan al menos 3 milímetros a los dientes de abajo. Este tipo de mordida está asociada a un menor desgaste dental.
Los investigadores corroboran estos datos con estudios realizados en la dentadura de la población estadounidense. De una muestra de más de 7.000 personas, solo el 22% no padecía de maloclusión dental.
Los antropólogos han comprobado que, en las poblaciones con maloclusión dental, la posición de reposo del labio inferior está más cerca de los incisivos maxilares (los cuatro primeros dientes centrales). Esto supone un menor esfuerzo para pronunciar las consonantes labiodentales como efe y uve (su punto de articulación se produce en la unión del labio inferior con los dientes superiores).
Los cazadores recolectores que no pronunciaban la efe
Los investigadores han examinado la frecuencia con la que los fonemas labiodentales aparecen en palabras que son comunes en todos los idiomas del mundo. Del total de datos consultados, el estudio se ha limitado a 2.729 variedades del lenguaje de las que disponían de información asociada con la cultura, la familia de lenguas y la región geográfica donde se utilizaban. De estas, 1.230 han resultado tener al menos una consonante labiodental, pero de ellas, tan sólo 78 corresponden a lenguas de cazadores-recolectores.
Tras su análisis, los investigadores han demostrado que las consonantes labiodentales son muy poco frecuentes en el habla de los cazadores-recolectores, hasta al menos hace poco. La familia Arawá del Amazonas ha demostrado el uso de estos fonemas y los investigadores lo asocian a su relación con parlantes portugueses cerca del siglo XIX.
Para confirmar que los fonemas labiodentales son más comunes en las sociedades modernas, los investigadores también han analizado el habla de diez famosos angloparlantes con diferentes tipos de mordida. Todos ellos eran capaces de pronunciar consonantes labiodentales y mostraron claras diferencias en la pronunciación de muchas palabras, como han demostrado otros estudios realizados con anterioridad sobre la maloclusión y los defectos de pronunciación.
REFERENCIAS
Speech adapts to differences in dentition within and across populations