‘Vacunodromo’ se ha ganado la medalla de oro en la competición por el palabro del año 2021. Competía con basuraleza y, nuestra favorita, mecagüendemia
Silvia Hurtado González, Universidad de Valladolid
Desde 2012, la revista puntoycoma, el boletín de los traductores españoles, viene celebrando un certamen muy especial: “El palabro del año”. En el último número de esta revista, que acaba de ser publicado, se da a conocer el palabro ganador de 2021, que no es otro que “vacunódromo”, término relacionado nuevamente con la pandemia, ya que el año pasado el palabro premiado fue “zoompleaños”, dentro del mismo ámbito temático.
Y es que las candidatas a este concurso, aparte de ser palabros, en el sentido de “palabra rara o mal dicha” (primera acepción del DLE), deben ser nuevas (en la forma o en el significado) y estar de actualidad informativa. Pero, antes de realizar un repaso de algunos de los palabros propuestos este año, parece conveniente ocuparse de “vacunódromo”.
“Vacunódromo”
A falta de una definición “oficial”, pues este término, de momento, no figura en el último diccionario académico (DLE, 2014), la Fundéu (Fundación del Español Urgente), promovida por la Agencia EFE y la RAE, cuyo objetivo es el buen uso del español en los medios de comunicación, señala que este término alude a “grandes instalaciones habilitadas para vacunar” o “puntos de vacunación masiva”.
También, en una de sus habituales recomendaciones, explica que es un término válido en español. Así, “vacunódromo” se ha formado a partir del sustantivo “vacuna” y de la base griega -dromo (“pista de carreras”). Este elemento compositivo, sin embargo, ha experimentado una evolución desde su significado inicial, que alude a una carrera o a un sitio donde se hace una carrera, como en “hipódromo” (“lugar destinado a carreras de caballos”) o “velódromo” (“lugar destinado para carreras en bicicleta”), hasta la idea de “gran instalación”.
Sucede que, hace ya más de un siglo, se creó “aeródromo”, que no es, evidentemente, un lugar para las carreras de aviones, sino un “sitio destinado para el despegue y aterrizaje de aeroplanos”. Esta nueva noción de “espacio de grandes dimensiones (un aeródromo, por supuesto, lo es) destinado a fines determinados”, se encuentra presente, asimismo, en otros términos, como por ejemplo, “rockódromo” (“lugar en que se celebran actuaciones musicales, normalmente al aire libre”) o el mencionado “vacunódromo”.
Por lo tanto, dado que “vacunódromo” se adecua a las pautas morfológicas del español y su significado es transparente, la Fundéu, como ya se ha dicho, la considera correcta.
En otros países de América, como Argentina, se prefiere la expresión “vacunatorio”, que aparece recogida en el Diccionario de americanismos, al que se puede acceder desde la página web de la RAE, donde se indica, efectivamente, que este término hace referencia al “lugar donde se administran vacunas”.
Ahora bien, “vacunatorio” no es exactamente lo mismo que “vacunódromo”, pues “vacunatorio” puede emplearse, además, con el significado de “sala reservada para esperar ser vacunado”.
Otra palabra relacionada con las anteriores, también válida, es “vacuguagua”, acrónimo de “vacunación” y “guagua” (“autobús” para los canarios), si bien se refiere específicamente a los vehículos que funcionan como punto de vacunación itinerante. Obviamente, esta palabra solo se usa en Canarias.
Otros palabros
Junto al palabro ganador de este año, se enviaron a la redacción de la revista puntoycoma muchos más. Como era de esperar, la mayoría de ellos tienen que ver con estos tres temas de actualidad: la pandemia, el cambio climático y la erupción del volcán de Cumbre Vieja.
Así, además de los consabidos rayos, truenos y relámpagos, este año, desgraciadamente, toca hablar de “fajanas”, “piroclastos” y “coladas”, aunque más creativo que estos es el palabro colava, también presentado a concurso.
Otro ámbito de actualidad, como se ha adelantado, es el cambio climático y sus consecuencias. Aquí tenemos basuraleza y veroño, entre otras y, en relación con la pandemia, pandemial y mecagüendemia.
Ahora bien, con permiso del volcán y de la pandemia, también se han propuesto palabros pertenecientes a otros ámbitos, como la política. Estos son portacoz y demotanasia (esta última en referencia a la España vaciada).
Todos ellos son un buen reflejo de la vitalidad de nuestra lengua, que se mide por su capacidad para adecuarse a los cambios que experimenta la sociedad y a las nuevas necesidades comunicativas de los hablantes.
Su futuro es casi tan incierto como el nuestro, aunque, como dice Haruki Murakami (Primera persona del singular, 2021), “las palabras permanecen a nuestro lado si tenemos suerte”. Él, con cierta melancolía, escribe lo siguiente:
“Con la llegada del amanecer, el viento amaina y las palabras supervivientes se asoman sigilosas, en actitud tímida y remisa, con tendencia a la polisemia, suficientemente preparadas, no obstante, para ejercer de testigos del mundo con su imparcialidad y honestidad”.
Silvia Hurtado González, Profesora del Departamento de Lengua Española de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Valladolid
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.