Ser pelirrojo es la consecuencia de la adaptación evolutiva de los seres humanos para sobrevivir a los fríos, largos y oscuros inviernos del norte de Europa
Lluís Montoliu, Centro Nacional de Biotecnología (CNB – CSIC)
El color de pelo de las personas pelirrojas, entre anaranjado y rojizo. Su piel blanquecina, que puede estar salpicada por pecas. Sus ojos claros, habitualmente azules. Esta es una combinación imbatible y poco frecuente que suele fascinar a todo el mundo. Las personas pelirrojas suscitan interés y acaban siendo el centro de atención. Pero, ¿se ha preguntado alguna vez de dónde les viene a estas personas ese color de pelo tan característico?
La respuesta, como tantas otras cosas en biología, está en la genética. Concretamente, en un grupo de genes que determinan cómo va a ser nuestro aspecto exterior. Genes que codifican proteínas cuya función acaba definiendo el color de nuestra piel, de nuestros ojos y de nuestro pelo.
Son los “genes de colores”, a los que dedico mi nuevo libro de divulgación científica sobre la genética de la pigmentación (NextDoor Publishers, 2022).
Conocemos algo menos de setecientos genes de colores, de los veinte mil que tenemos todos los seres humanos. De todos ellos hay uno especialmente importante (MC1R) que porta la información genética para fabricar el receptor de melanocortina de tipo 1. Este es una proteína de la membrana de las células pigmentarias por excelencia, los melanocitos, que tenemos en la base de la epidermis, y que son las fábricas de pigmento, de melanina.
Los seres humanos y el resto de mamíferos somos capaces de fabricar dos tipos de melanina: la eumelanina, de un color marrón oscuro, casi negro, y la feomelanina, de un color amarillento-rojizo.
El receptor MC1R puede recibir estímulos hormonales para producir eumelanina, pero cuando está inactivo o no funciona el melanocito solamente es capaz de sintetizar feomelanina.
Normalmente todas las personas fabricamos ambos tipos de melanina, en diferentes proporciones según el papel que juegan muchos otros genes de colores, contribuyendo así a la enorme variedad de colores de piel y cabellos que tenemos. Sin embargo, existen personas que tienen mutadas las dos copias del gen MC1R, y por ello no pueden fabricar eumelanina y solamente saben acumular feomelanina.
Efectivamente, estas son las personas pelirrojas, cuyo color denota el tipo de melanina que acumulan.
¿De dónde sale la mutación en el gen MC1R?
Nuestros antepasados, de origen africano, acumularon mutaciones en los genes de colores que oscurecían su piel. Esta resultaba muy beneficiosa para protegerse de la radiación solar dañina que se da entre los trópicos.
Cuando empezaron a emigrar hacia el norte de Europa para colonizar nuevos territorios se encontraron con un entorno muy distinto. Un entorno con muy poca radiación solar y con meses de oscuridad. Esa falta de sol repercutía negativamente en su capacidad de producir la cantidad mínima necesaria de vitamina D, cuya síntesis se completa en la piel gracias a la radiación ultravioleta del sol.
En estas circunstancias, la aparición de mutaciones en el gen MC1R que tornaban la piel blanquecina, capaz de aprovechar los exiguos rayos de sol que llegan al norte de Europa, fueron aprovechadas por la selección natural.
Lo que no podía prever la evolución es que al seleccionar la piel blanquecina estaba incorporando en el mismo paquete los pelos de color pelirrojo y los ojos azules (color que no existe, es un efecto óptico producido por la cantidad limitada de pigmento que tienen las personas pelirrojas en el iris de sus ojos).
Así fue como surgió, probablemente diversas veces durante la evolución, y en diferentes sitios, el carácter pelirrojo. Por eso las regiones del norte de Europa, principalmente Irlanda, Escocia, Gales, Islandia, Países Bajos, Noruega, pero también los alrededores de la región de Moscú, tienen un porcentaje de personas pelirrojas que puede llegar al 30 % de la población.
Españoles con genes ingleses
En el resto del mundo, como en España, apenas representan el 2 %. En nuestro país existen excepciones puntuales, sitios en los que los pelirrojos son más frecuentes. Por ejemplo, allí donde ha habido interacción con británicos, como la cornisa cantábrica y gallega, visitadas periódicamente por marineros irlandeses e ingleses. También en Menorca, que fue gobernada por los ingleses gran parte del siglo XVIII. Así como en diferentes enclaves mineros en Huelva y Murcia, también establecidos originalmente por ingleses.
Ser pelirrojo es la consecuencia de la adaptación evolutiva de los seres humanos para sobrevivir a los fríos, largos y oscuros inviernos del norte de Europa.
Adicionalmente, las personas pelirrojas presentan una sensibilidad especial a la temperatura y al dolor. Son capaces de percibir antes que las personas que no son pelirrojas pequeños cambios de temperatura, tanto de calor como de frío. Y suelen requerir dosis distintas de anestésicos y analgésicos. Para operar a una persona pelirroja los anestesistas deben administrar normalmente dosis superiores de anestésicos.
Todo ello es debido a que el receptor MC1R pertenece a una familia de receptores que transmiten estas sensaciones y, al estar mutado, se altera el equilibrio funcional de todos estos genes. Finalmente hay que indicar que las personas pelirrojas deben protegerse especialmente del sol, con cremas y ropa protectora, permaneciendo en la sombra, evitando la exposición directa durante demasiado tiempo, dado que tienen una mayor probabilidad que las demás de desarrollar varios tipos de cáncer de piel. En particular el más agresivo y peligroso de todos ellos, el melanoma.
Lluís Montoliu, Investigador científico del CSIC, Centro Nacional de Biotecnología (CNB – CSIC)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.