Es octubre de 1822. El joven compositor vienés de 25 años Franz Peter Schubert da los últimos retoques a la que será su Sinfonía nº 8. Completa el primer y segundo movimiento, los orquesta, pero parece que no logra la manera de continuar el tercero y el cuarto (propios de las sinfonías de la época). Abandona el proyecto, pero un año después entrega esas dos partes finalizadas a la sociedad musical de Estiria en Graz, como agradecimiento por haberle nombrado socio de honor.

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Un amigo suyo, Anselm Hüttenbrenner conserva las partituras durante más de 40 años y no es hasta el 17 de diciembre de 1865 cuando se interpretan bajo la dirección de Johann Herbeck, en el conocido como «Concierto Amigos de la Música», que se celebró en Viena. Schubert había fallecido 37 años atrás por complicaciones de la sífilis que padecía. Nunca llegó a completar su trabajo y para siempre se quedó como la «Sinfonía inconclusa» de Schubert. Hasta ahora…

Huawei se embarcó hace 6 meses en uno de sus proyectos más ambiciosos. ¿Por qué no terminar el trabajo que una vez comenzó el artista vienés con la tecnología más avanzada que tiene la empresa? Era una locura pensar que una Inteligencia Artificial podría ser capaz de dar con aquello que no fue escrito, ni pensado, ni siquiera esbozado como para dar con un final acorde a lo que Schubert habría hecho si hubiera tenido oportunidad. Pero la compañía móvil se lanzó a la piscina y se ayudó para ello de la potencia de procesamiento de la NPU dual (Unidad de Procesamiento Neural) de su smartphone Huawei Mate 20 Pro. Durante semanas, nutrieron a su IA con hasta 90 composiciones diferentes de Schubert y otras músicas de artistas coetáneos que pudieran haber inspirado de alguna manera al compositor en la época.

Un momento del concierto en el Cadogan Hall
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Tras ese largo aprendizaje, le mostraron las dos partituras principales que ya disponían de la Sinfonía nº 8 en si menor del primer y segundo movimiento, y entonces ocurrió la magia. La IA comenzó a lanzar pequeños fragmentos hasta dar con diferentes melodías de lo que podría ser la continuación del concierto que nunca acabó. Estos primeros resultados fueron algo impresionante para la compañía. Así lo explica, Arne Herkelmann, responsable en Europa de Innovación para Huawei: «Si ves todo lo que es posible hacer con tecnología en la actualidad y cómo influye la destreza de la mano humana en ese proceso, es algo increíble. La IA logró entender lo que había compuesto Schubert en el pasado en cuanto al timbre, el tono y el compás de los primeros movimientos y desarrolló lo que faltaba, acercándose a lo que él podría haber continuado».

La mano experta del hombre… imprescindible

Pero, para que el arte cobrara aún más vida fue necesaria la mano del hombre, en este caso del compositor y dos veces ganador de un Emmy, Lucas Cantor. Su experiencia fue la guinda del pastel para conseguir que el trabajo de meses tomara forma en las últimas 4 semanas del proyecto. La idea era que él lograra entender las diferentes melodías que la IA componía para después darles una forma, separarlas en dos diferentes movimientos y orquestarlas al más puro estilo de la época: «Cantor consiguió que la pieza tuviera una consistencia con el espíritu clásico de aquellos años y con el estilo de Schubert. La Inteligencia Artificial también comete errores y si no eliges un modelo correcto, puede llegar a crear una canción pop de una estructura clásica. Por ello, él la corregía y guiaba cuando se desviaba del proyecto para que compusiera al 100% la melodía clásica. Ya con esta base, podría haberse tocado simplemente a piano, pero Cantor orquestó todos los instrumentos involucrados en la pieza original», apunta Herkelmann.

En el centro, Lucas Cantor, compositor que ha trabajado mano a mano con la Inteligencia Artificial de Huawei.
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Cantor quiso mantenerse firme dentro de su labor y que no se le escapara ningún detalle para que la experiencia de escuchar la sinfonía completa por primera vez fuera como si Schubert la hubiera compuesto él mismo hace 197 años. No era la primera vez que trabajaba en colaboración con Inteligencia Artificial, pero sí la única hasta ahora en la que esta tecnología había logrado algo tan grande. Y una vez más, asegura Cantor, demuestra las increíbles posibilidades que puede ofrecer: «Es como tener un colaborador que nunca se cansa, que no tiene ego, que no critica tus ideas y que trabaja el tiempo que tu quieras hacerlo. Si en 4 semanas hemos logrado componer de cero una orquestación, imaginaros todo lo que podremos hacer en la próxima década».

¿Dónde termina el trabajo de la IA y comienza el humano?

¿Qué porcentaje le podemos a dar a cada uno en el logro de terminar esta composición? Desde Huawei tienen claro que no la figura del ser humano, en este caso Cantor, es tremendamente necesaria, porque por el momento, no creen que una Inteligencia Artificial por sí sola sea capaz de hacer toda la orquestación de una sinfonía tal y como ha hecho el compositor. Y es ahí donde entra la idea de las emociones.

¿La melodía creada es capaz de emocionar por sí sola o fue necesaria la mano de Cantor para lograrlo? Nos responde él: «Cuando trabajaba con la IA, había composiciones melódicas que me ofrecía que me parecían buenas, eran emotivas, y quería agradecerle por el buen trabajo que estaba haciendo, pero no podía hacerlo porque era una máquina, así que solo nos quedaba seguir investigando. Las emociones son algo muy complicado, al final dependen de la vida y el momento que vive cada uno y la música influye de una manera muy diferente depende de la situación. Puede que nos sentemos el uno al lado del otro en el concierto y que nuestras sensaciones sean completamente opuestas». Algo que QUO comprobar en directo el pasado 4 de febrero, en el estreno mundial que hizo Huawei en el Cadogan Hall de Londres.

El director de la English Session Orchestra de Londres, Julian Gallant
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La sensación general para quienes no son expertos en música es que el concierto fue entretenido, pero que comenzó a ser muy cinematográfico de cara al final, justo en los dos últimos movimientos. Lo más probable es que el bagaje musical de Cantor en diversas series y películas en Los Ángeles haya transmitido a la pieza ese toque «hollywoodiense» al que estamos más que acostumbrados (aunque quisiera mantener el espíritu de Schubert). Pero expertos musicólogos que atendieron a la cita consideraron que poco tenía que ver con el compositor vienés. De hecho, de entre los 67 miembros que formaban parte de la English Session Orchestra había un instrumento que se coló de la orquestación original, algo tan sencillo como unos platillos. Esta mínima aportación ha hecho que muchos se lleven las manos a la cabeza, ya que aseguran que Schubert no los habría añadido, aunque Cantor cree que quizá habría sido un cambio que el vienés habría introducido con el tiempo. De ahí su aportación… Así que ya es cuestión de que escuchéis, comparéis con otros trabajos suyos, y opinéis en consecuencia.

Escuchar sinfonía (el tercer y cuarto movimiento comienza en el 26:10) y en el siguiente vídeo puedes ver cómo ha sido el proceso.

¿Por qué no terminó Schubert esta sinfonía?

Los musicólogos se muestran divididos en este sentido. La teoría más extendida es que al poco de terminar el primer y segundo movimiento fue diagnosticado con sífilis, lo que pudo mantenerle apartado de su trabajo y acabara por dejarla a mitad, centrándose en la que sería su novena sinfonía. Otros piensan que se trataba de una composición que no le motivaba lo suficiente como para realizar los siguientes dos movimientos y la dejó como estaba, sin necesidad de darle un fin. Pero quisimos saber la opinión de Cantor: «Cuando escuché por primera vez las partituras que elaboró me resultaron modernas para su tiempo y quizá fue eso lo que le impidió continuar, pero si hubiera vivido más tiempo, estoy seguro de que la habría completado. Murió antes de que pudiera tener la oportunidad de intentarlo».

Y Cantor, ¿se dejaría llevar por una Inteligencia Artificial para que compusiera por él?: «Si quieres que algo salga bien a la primera, tienes que tener un poco de ego sobre tus ideas. La Inteligencia Artificial fue capaz de crear melodías muy bonitas, pero también algunas que tuve que eliminar. Quizá con el tiempo se vuelva más sofisticada, pero por ahora, en lugar de estar una hora escribiendo una melodía, me pasaba una hora escuchando lo que había creado. Pero quién sabe, quizá lo haga alguna vez, hay tareas en la música que sería genial que pudiera llevar a cabo».

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