Uno de los mayores problemas de los tejidos utilizados en prendas deportivas es que o son transpirables (es decir la humedad del cuerpo no queda atrapada entre el tejido y la piel) o son impermeables (no dejan pasar la humedad exterior). Pero un tejido con ambas características se suponía imposible.
Recientemente, The North Face desarrolló una tecnología, llamada FUTURELIGHT, que consiste en crear unos orificios nanométricos (un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro) en un tejido para mantener la impermeabilidad total, pero dejando que el aire circule a través del material. De este modo, con millones de agujeros del tamaño preciso para que no entre la lluvia, pero salga el sudor, se ha conseguido un tejido que está muy lejos del plástico o de la goma que vemos habitualmente y que oscilan entre “no me mojo nada” y “aquí dentro me estoy asando”.
Pero este tipo de avances puede funcionar muy bien en la teoría, mostrar excelentes prestaciones en las pruebas de laboratorio, pero no cumplir en la vida real. Para evitar esto The North Face sometió diferentes prendas de vestir (cazadoras, pantalones, guantes, etc.) a exigencias por encima de lo habitual: 15 miembros del equipo global de atletas de la marca han probado las prestaciones de FUTURELIGHT durante más de 400 días seguidos, utilizándolo en temperaturas que oscilaban entre -45 °C y 15 °C y en la escalada y descenso en esquí de tres picos de 8.000 metros (el Everest, el Cho Oyu y el primer descenso a nivel mundial del pico del Lhotse). En todos los casos aprobó con nota.
Finalmente y para cumplir con las demandas de sostenibilidad, The North Face consiguió que las tres capas del tejido estén confeccionadas en un 90% por materiales reciclados.