Poco a poco se irán abandonando los motores térmicos –explica Luis Antonio Ruiz–. Primero lo hará el diésel y luego la gasolina. En 2030 habrá una importante presencia de los motores eléctricos, pero seguirán quedando de combustión porque la industria del automóvil no puede cambiar tan rápidamente. De momento, no es capaz de producir las baterías y los componentes necesarios para un vuelco completo del mercado, para una transformación tan drástica. No hay litio suficiente para la demanda que se va a producir. Tendremos que empezar a trabajar en materiales que permitan más autonomía. Hablamos de grafeno y otros componentes nuevos, así como de hibridación entre distintos elementos actuales. La transición va a ser más lenta de lo que la gente espera. También habrá sistemas de hibridación con motores de combustión en combinación con eléctricos que permitirán moverse por las ciudades sin verse afectados por las restricciones que imponen las autoridades.
Pero las baterías tienen todavía muchas limitaciones
Bueno, las que montan los coches modernos empiezan a ser competitivas. Ya ofrecen 300 y 400 km de autonomía, pero hasta que no alcancen los 500 y 600 km los grandes desplazamientos estarán un poco limitados. Es necesaria una red de recarga mejor, con puntos intermedios entre las grandes ciudades.
¿Debemos dejar de comprar coches diésel?
Les queda mucho todavía. Aunque se les ha demonizado, los modernos contaminan menos que los gasolinas y muchísimo menos que los de gasóleo de hace diez años. Ésos hay que retirarnos del mercado lo antes posible porque son muy contaminantes. La incorporación del Adblue a los catalizadores ha sido decisiva para reducir las emisiones. Esto es algo que deben tener en cuenta los políticos. Se habla de diésel en general y eso no puede ser porque los modernos tienen mucha vida por delante. Los fabricantes no podemos dar la vuelta a la tortilla tan rápido como quieren nuestros gobernantes. Deben entender que los diésel modernos tienen mucha vida por delante. Puede que finalmente todos los motores de combustión desaparezcan, pero a medio plazo, durante los próximos cuarenta o cincuenta años, los seguiremos viendo. Eso sí, limpios y modernos.
¿Veremos pronto el coche sin conductor?
Ya hay automóviles que incorporan sistemas de conducción autónoma, como los controles de velocidad de crucero activo, los de aviso del cambio involuntario de carril, los de navegación activa. Pero todavía quedan mucho para ver un coche 100% autónomo.
¿Está reñida la práctica del todoterreno con la conducción autónoma?
Nuestra estrategia pasa por que el usuario decida en cada momento qué modo de conducción prefiere. De la misma manera que puede haber una conducción autónoma en carretera, puede haberla en campo. De hecho, ya existen sistemas que permiten al coche leer la orografía del terreno por la que se está moviendo el vehículo, decidir los niveles de agarre del neumático, el tipo de tracción idóneo, etc. También tenemos el capó transparente, es decir, el conductor, gracias a una serie de cámaras, va viendo los obstáculos que hay inmediatamente delante del coche de forma que, el vehículo por sí mismo, sea capaz de girar el volante y evitar una piedra. Estamos a su vez trabajando en sistemas para zonas muy complicadas para que el conductor, desde fuera del vehículo y utilizando su móvil, pueda activar y desactivar sistemas y salir de situaciones complicadas sin asumir los riesgos que pueda conllevar estar en el interior del automóvil.
Marta García Fernández