A Mary Ward le habría gustado no pasar a la historia. O al menos, no hacerlo por lo que lo hizo. Pero esta científica irlandesa nacida el 27 de abril de 1827 tuvo el dudoso honor de ser la primera víctima de tráfico conocida. Tenía 42 años cuando perdió el equilibrio y cayó fuera del coche. Murió instantáneamente, arrollada por las ruedas traseras. Su fallecimiento conmocionó a la sociedad y llevó a las Autoridades a cuestionarse si el automóvil en que viajaba, un modelo de vapor construido por su primo, superaba la velocidad máxima entonces permitida: 6,43 km/h en carretera y 3,21 en ciudad. Del airbag, la estructura monocasco y otras medidas de protección ni se había empezado a hablar.
Los sistemas más eficaces
Fue en 1956 cuando Ford empezó a introducir el cinturón de seguridad en su gama como parte de los equipamientos opcionales, y en 1959 cuando Volvo llevó el modelo de tres puntos de anclaje a la gran serie. El airbag tardaría en llegar, a pesar de que ya en 1952 John W. Hetrick, un ingeniero de la Armada estadounidense, desarrollaba el primer prototipo del mundo. Incomprendido por los fabricantes, su proyecto fue desestimado hasta que Allen K. Breed, otro ingeniero, desarrolló una variante que permitió a Chrysler realizar los primeros ensayos. Ford en 1971 y GM en 1973 lo introdujeron en sus gamas experimentalmente. Hoy, el ABS, el ESP y un sinfín de dispositivos contribuyen a reducir la siniestralidad en las vías, pero no lo suficiente como para evitar que el 80% de los accidentes se sigan debiendo a fallos humanos.
Raymond Mays se llevó un susto de muerte a bordo de su Bugatti T13 Brescia. La imagen es digna de una persecución de cine. Era 1924 y conducía por Caerphilly Mountain Hill, en Gales, cuando repentinamente perdió una rueda y parte del freno.
Las primeras autoescuelas
A finales de los 30 proliferaban las autoescuelas –en el primer piso, tras el coche siniestrado–, pero sus consejos no eran suficientes para dominar automóviles que tenían el centro de gravedad muy alto y una dirección poco precisa
A pesar de los frenos hidráulicos en las cuatro ruedas que los coches empezaban a llevar en los años 20, este espectacular accidente en el puente d’Arcole de París (1925) fue tan aparatoso que acaparó los titulares de los periódicos.
En los años 20 y 30, los neumáticos todavía no estaban preparados para circular sobre nieve. Aunque los coches sí equipaban una y hasta dos ruedas de repuesto, ninguna con el dibujo y la banda de rodadura suficiente para no quedarse atrapado.
Los primeros siniestros en cadena llegaban en la década de 1920. Este, debido a un golpe de alcance en 1924, sucedió en Finchley Road, Londres. En los comienzos del automóvil se creía que era peligroso montar frenos en las cuatro ruedas y solo se incorporaban en las delanteras.
Nunca se confirmó, pero los detectives de la época siempre sostuvieron que este coche, “pescado” en el muelle de Bristol en 1935, pertenecía a Edward Peabody, un conocido hombre de negocios desaparecido dos años antes.
Los camiones de los años 20 solían llevar más carga de la autorizada y motores de gasolina muy poco potentes, de apenas 28 caballos y cuatro cilindros.
El 10 de agosto de 1950, una máquina descargaba lentamente un vagón de tren en Memphis, Tennessee, sin percatarse de que había un flamante Pullman parado tras él. Afortunadamente, sus ocupantes acababan de abandonar el vehículo.
En Dinamarca, este Beetle del 54 chocó lateralmente de noche con un árbol de forma brutal. En él viajaban un fabricante de muebles y su novia. Él murió, y ella solo resultó herida.