Lyndon Baty no puede salir de casa sin riesgo de enfermar del riñón, del que padece desde que nació. Pero la tecnología le ha buscado una solución: la llamada «telepresencia» a través de un androide que él mismo dirige, y que hace su vida en su lugar: ir a clase, a misa, bromear con los amigos…
El niño robot: mi vida sin mí
El pequeño Lyndon Baty controla el robot desde su casa, mediante una web especial. En esta imagen lo dirige mientras “camina” por el pasillo de la escuela hasta el aula. La cámara y los micrófonos envían por ondas de radio lo que ven y oyen a una antena, donde se convierte en pulsos eléctricos que viajan por hilo de cobre a un nodo telefónico. Se “traduce” a láser y, por fibra óptica, se envían los datos a la central del robot, al otro lado del país.
La telepresencia siempre es chocante para cualquiera que se cruza por primera vez con VGo. Pero lo fue más la primera vez que el chico envió a su “amigo” a la iglesia Baptista de Knox City, la localidad tejana donde vive. Y por si hay averías, Lyndon tiene otro modelo más pequeño que sustituye a su sustituto.
El colegial tiene instalado en su PC un software controlador que le permite mover el robot hacia donde quiere dirigir su «telepresencia». Por lo demás, el ordenador es común: una webcam y un micrófono para hablar a quienes se encuentre y que le vean las personas con las que se cruza VGo.
VGo tiene un pequeño monitor donde puedes ver el rostro de su «amo», el pequeño Lyndon. Esa imagen viene de una webcam ordinaria que el chico tiene en su PC de control. Y el robot a su vez tiene una cámar que son sus ojos en la vida a distancia.
Hacer el tele-gamberrohacer el tele-gamberro
La empresa VGo fabricó el robot y creó el software que le permite “suplantar” a Lyndon, de 15 años, mientras disfruta de las bromas de sus compañeros de clase. El niño entra desde su PC en el programa controlador que, a su vez, transmite las órdenes al servidor central y las envía a su álter ego de metal.
Este trigal anexo es todo lo cerca que Lyndon puede estar de su escuela para no coger una infección. El chaval sueña con ser el primer speaker deportivo (comentarista y animador) que trabaje desde casa en vez de hacerlo desde el estadio. Bastarán un micrófono, una línea RDSI y una cámara que le muestre el partido.
Así es una clase de matemáticas para el joven Baty. Cada vez que el profesor pone un problema o pregunta algo, muestra a la cámara del avatar lo que el niño necesita ver. Por supuesto, el artilugio de VGo tiene un altavoz por el que el Lyndon contesta al maestro. El retardo de la señal es mínimo, y no suele cortarse.