Ningún espejo puede reflejar toda la luz dirigida hacia él. Una fracción atraviesa el revestimento de cristal y es absorbida por el fondo reflectante, de aluminio o plata. Si se concentra un poderoso rayo láser sobre este punto durante el tiempo necesario, y el fondo absorbe la radiación y la calienta, el rayo puede finalmente taladrar el espejo. Hay que señalar que los espejos utilizados para enfocar el láser están especialmente diseñador para absorber menos luz.

De hecho, los láseres pulsados, que funcionan como haces concentrados y no como corrientes contínuas, suelen utilizarse para cortar cristales o espejos. Focalizando estos estallidos de energía concentrada en un punto concreto, la luz puede desplazar los electrones de los enlaces químicos, produciendo una rotura del material. La técnica suele utilizarse para practicar incisiones bajo la superficie del ojo durante una operación de cirugía correctiva.

Redacción QUO