Noticias como esta provocan unas ganas incontenibles de viajar al pasado y avisar a Mary Shelley de que podían existir desenlaces menos sangrientos y dramáticos para crear un pequeño Frankenstein. Pero, hasta que algún científico maravilloso invente la esperada máquina del tiempo, solo nos queda reescribir la historia. Sin intención alguna de crear una «criatura» propia de una novela de terror o ciencia ficción, un grupo de investigadores franceses ha conseguido imprimir en 3D el cerebro de un bebé humano.

Según explican en la revista Nature Physics, su objetivo era averiguar cómo creaba nuestro cerebro los pliegues cerebrales y qué papel juegan en el desarrollo neurológico. «Nuestra investigación muestra que, si una parte del cerebro o si la geometría que lo caracteriza no se desarrollan de forma correcta, podríamos no tener bien situados los pliegues, lo que ocasionaría diversos trastornos«, explica Jun Young Chung, coautor del estudio.

La estructura fue creada basándose en cerebros de fetos con un gel elastómero en color rosa pálido. En colaboración con los científicos de la Universidad de Harvard, los investigadores franceses aseguran que han logrado elaborar un modelo que supera con creces la expectativas iniciales. Según explican en el artículo, los pliegues de gel son casi idénticos en forma, tamaño y orientación a los cerebros de embriones. El proceso de creación de estos pliegues se conoce como girificación. Da comienzo cuando el feto tiene 20 semanas y culmina cuando el niño tiene año y medio aproximadamente.

Es cierto que no todos los cerebros humanos son iguales, pero Young asegura que «los pliegues sí deben serlo para gozar de una buena salud«. Según los investigadores, la geometría cerebral juega un papel muy importante, ya que permite que los pliegues se desarrollen en orientación óptima evitando determinadas enfermedades neurológicas.

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Fuente: washingtonpost.com

Redacción QUO