Hasta hoy, la ciudad de Ucetia solo existía en la teoría. Pero, en la práctica, no se habían encontrado evidencias de su existencia. Su supuesta existencia se creía posible gracias a que había sido mencionada junto con otros lugares de la región en una estela ubicada cerca de Nimes. Pero lo cierto es que nunca se había hallado una prueba arqueológica que corroborase los escritos.
Con el fin de iniciar las obras de un colegio y una cantina, los obreros cavaron con sus palas excavadoras alrededor de 4.000 m2 en el municipio de Uzés, ubicado en el sur de Francia. Pronto se vieron obligados a parar las obras, ya que la evidencia buscada durante tantos años apareció ante sus ojos. Cuando llegaron los arqueólogos y analizaron el hallazgo, comunicaron que se trataba de un asentamiento que había sido utilizado desde el siglo I a.C hasta el VII d.C. Tampoco descartan, debido a algunas estructuras, que los cimientos de esta ciudad ancestral pudieran datar de antes de la llegada de la ciudad perdida. Asimismo, confirmaron que la zona excavada perteneció al centro neurálgico de la ciudad perdida.
Además de una red entera de edificios, lo más valioso que ha encontrado el equipo arqueológico han sido varios mosaicos situados en el suelo de una sala que pertenece a un edificio con unos 250 m2. Se pueden observar, muy bien conservados, un pato, un águila, un búho y un cervatillo. En esa misma sala, hay también una gran columna, lo que podía hacer sospechar que se trataba de un edificio público o el hogar de algún habitante de alto nivel social. Según Philippe Cayn, del Instituto Nacional Francés de Investigación Arqueológica Preventiva: «Los coloridos mosaicos seguramente formaban parte de la zona de recepción. Tendrían el fin de impresionar a las visitas mostrando su opulencia».
Fuente: sciencealert.com