Si pudiésemos retroceder en el tiempo, ¿pasaríamos la primera vez con la misma persona o preferiríamos obtener 2,5 millones de euros por ello? Giselle, de 19 años, cavila con estas palabras a través de su cuenta de Twitter sobre su decisión de sacar a subasta su virginidad. La mejor puja para esta joven estadounidense llegó de un hombre de negocios de Abu Dabi, aunque hubo otras dos pisándole los talones: un actor de Hollywood, que se quedó en 2,4 millones, y un político ruso que se plantó en 1,8 millones. Cinderella Scorts, una agencia de prostitución con sede en Alemania, intermedió en la operación gracias al servicio exclusivo de subasta de mujeres vírgenes que presta en su página web. En cada perfil aparece un precio de salida a partir del cual cualquier hombre puede empezar a pujar. Pero Giselle, igual que Alexandra, ya han llegado a un acuerdo y así lo indican sus anuncios: “Subasta cerrada”. En el caso de esta última, una joven rumana de 18 años,
el mejor postor fue un empresario de Hong Kong. Después de cuatro meses de pujas, ofreció por ella 2,3 millones de euros. La chica vio en ese dinero el pasaporte a la Universidad de Oxford y a una vida mejor que la que le dieron sus padres.

Giselle: “La tendencia a vender la primera vez es una forma de emancipación y estoy sorprendida con las personas que no lo admiten”

En la Alemania de Merkel se subasta el sexo de la mujer con la misma alegría que un lienzo de Sorolla en la prestigiosa casa Christie’s de Londres. Y, suponiendo que estas cantidades no fuesen engañosas o un reclamo más por parte de proxenetas y agencias, podríamos decir que el himen es uno de los bienes con más alto precio de mercado. ¿Cuánto vale la virginidad? ¿A quién le sigue importando? Nicole, una modelo italiana, se hizo estas preguntas con 16 años. Indagó, tanteó varias opciones y, ahora que ha cumplido los 18, ha decidido subastar su virginidad en un vídeo para la agencia Elite Models Vip. Aunque ya ha recibido ofertas por más de un millón de euros, dice que prefiere esperar porque su vista está puesta en 3,5 millones, que es uno de los valores más altos alcanzados en este peculiar crowdfunding sexual.

La expectación, y también la polémica, están servidas. El filósofo Roberto Palacio menciona a Thomas Hobbes cuando decía, en el siglo XVII, que los hombres, cuando se quieren reputar como extraordinarios, salen a hacer lo que todos los demás hacen. Y así se observa en los jóvenes hoy: “Esperan reconocimiento como individuos extraordinarios haciendo las cosas más comunes, como se ve en el caso de los youtubers. Y el sexo no es una excepción. Si vendo mi virginidad y alguien paga tres o cuatro millones de dólares, ha de ser porque soy una persona extraordinaria”, aclara Palacio.

EL VALS DE LA PUREZA. Algunas familias de Colorado siguen celebrando la fiesta, inaugurada por Randy y Lisa Wilson en los 80,
en la que las niñas prometen a su padre llegar puras al matrimonio.

Natalie Dylan quiso subastar su virginidad a los 22 años en un burdel de Nevada, en 2008. Recibió más de 10.000 ofertas. La más alta, 3,9 millones de dólares. Para el filósofo, más que los datos, importa la idea: “Perder la virginidad es un proceso trivial.

Al enterarse de la oferta, Dylan aseguró que no entendía qué ven los hombres en la virginidad. A ella, perderla no le afectaba realmente y podría invertir el dinero en su educación universitaria. De manera que podemos prostituirnos si la causa lo merita”.

Este fenómeno, según Palacio, tiene uno de los rasgos que definen a los millennials: lograr proezas sin involucrarse personalmente. “Puedo bajar a las subculturas, como la de la prostitución, y volver cuando lo desee. Subastar la virginidad es un vector más en el juego. Forma parte de una lógica prostibularia en la que ambas partes creen haber tomado ventaja sobre
la otra”.

La castidad como estigma

¿Pervive el mito de la virginidad? ¿El hombre idealiza el momento de quitársela a una mujer? Recordemos que en España aún se celebra, mínimamente, el rito gitano del pañuelo para verificar si la novia es virgen antes de contraer matrimonio. En Turquía, el 80 % de los universitarios declara que la mujer debe ser virgen hasta el matrimonio y se muestra a favor de los crímenes de honor.

Ni siquiera existe una definición médica de lo que significa ser virgen. Se usa más para avergonzar que para marcar la iniciación

Fuera de estas excepciones, la realidad es que hoy los jóvenes recuerdan mejor y viven con mayor intensidad el primer beso que la pérdida de la flor, según un estudio de la Universidad de Texas elaborado por la investigadora estadounidense Sheril Kirshenbaum, autora de La ciencia de besar. Además, solo tiene atracción erótica si va unida a la juventud. “En caso contrario, se vuelve inquietante”, escribe la filósofa Aurelia Martín Casares en su libro Antropología del género. Esto lo corrobora un estudio del Instituto Kinsey que lleva por título ¿Ha perdido la virginidad su virtud?, cuya principal conclusión es que los adultos que tardan en iniciarse en la sexualidad son estigmatizados. “Si bien la virginidad antes del matrimonio ha sido históricamente valorada, ha habido un cambio generacional que ha convertido la actividad sexual premarital en norma para los jóvenes”, señala Amanda Gesselman , investigadora y coautora del estudio. Es también la opinión de Palacio: “De prolongarse, proyecta una sombra de sospecha sobre la persona que la padece”. Un estudio publicado en Archives of Sexual Behavior encontró las razones que nos pueden llevar a formar parte del club de los maduros vírgenes: pocas dotes seductoras, baja autoestima, traumas sexuales o ausencia de deseo. Del sabio Tesla, que llegó a anciano intacto, se sospecha que la causa pudo ser su obsesión con la higiene.

Segundas virginidades

Lo que no parece tan evidente es qué significa virginidad hoy en día. “Ni siquiera tenemos claro –advierte Palacio– qué es tener sexo. La ruptura del himen no abarca todas las formas de relaciones, incluyendo las homosexuales, las prácticas sin coito y las de naturaleza abusiva. Para algunos, haber sido violado no implica perder la virginidad. Otros hablan de virginidades: vaginal, oral o anal”. Laura Carpenter, investigadora de la Universidad Johns Hopkins, señala que un porcentaje alto de mujeres lesbianas admiten haber perdido la virginidad con una mujer sin que medie penetración.
“¿Pero aún hay vírgenes?” Se lo pregunta Jessica Valenti, autora de The Purity Myth. “Realmente, virginidad no significa nada. Ni siquiera existe una definición médica ampliamente aceptada. No puede haberla de algo tan subjetivo. Es un estándar desactualizado que se ha usado más para avergonzar que para marcar la iniciación sexual”.

Si, como dice el filósofo, la virginidad es una construcción, esta, igual que el himen, se puede reconstruir. “Se habla de segunda virginidad o de semivírgenes, como anuncian algunos burdeles”. Al final, la reconstrucción no deja de ser una intervención sencilla. “Se hace con anestesia local y cerrando la entrada vaginal usando restos del himen originario o creando uno nuevo”, señala la cirujana María José Barba, que empezó a hacer este tipo de intervenciones hace 17 años. “Entonces, las demandantes eran sobre todo de etnia gitana, por la necesidad de pasar la prueba del pañuelo. Ahora, en Occidente están aumentando las pacientes que solicitan una reconstrucción de himen, sobre todo por parte de mujeres de países africanos, musulmanes o asiáticos que tienen que someterse a este yugo, a veces bajo amenaza de muerte”.

¿Cosificación o poder?

La realidad muestra una dualidad irreconciliable. Lo que para unas continúa siendo una forma de opresión y cosificación de la mujer, otras lo consideran una oportunidad de empoderamiento. “Creo que la tendencia a vender la propia virginidad es una forma de emancipación, y estoy sorprendida con las personas que están en contra de permitirlo”, declaró Giselle al diario The Sun. La letra de Joaquín Sabina podría zanjar la cuestión: “Si yo fuera mujer, tendría que empezar por abrir del todo el telón de fondo del mito virginal y del hombre macho”.

Subastas online

En España cualquier página web como esta, que saca una primera relación sexual a subasta, sería ilegal. El abogado penalista Ignacio Sanz Cabrejas aclara que siempre que haya un tercero que se beneficie económicamente de la práctica del sexo se castiga como un acto de proxenetismo, con multas y hasta cuatro años de cárcel, dependiendo de las circunstancias.
 

Oferta final:
2.300.000 euros
Comprador:
Hombre de negocios de Hong Kong
Oferta mínima:
30.000 euros

Procedimiento de la subasta
Se deposita el 10 %.
Si hay una puja más alta,
se recibe notificación.
Si decide no superar la oferta, se le rembolsa el dinero.
La cita tiene lugar en un hotel de Alemania. El comprador puede verificar la virginidad con su propio médico. Se garantiza la protección de sus datos. La agencia se lleva una comisión del 20 %.

Kate Moss

“Tenía 14 años y acababa de perder mi virginidad. Estaba en el aeropuerto resoplando. Subí al avión y luego el hermano de Sarah se me acercó y me dijo: ‘¿Alguna vez has pensado en ser modelo?’”.

Angelina Jolie

“Empecé en el sexo con mi novio del instituto a los 14 años”. Ambos sellaron su pasión con un corte con sangre.

Chris Evans

“Iba al instituto a ver a mis compañeros, nos emborrachábamos en el parking… perdí mi virginidad ese año. 1999 fue uno de los mejores de mi vida”.

Britney Spears

Defendió la castidad hasta el matrimonio durante años, pero su exabogado Eric Ervin reveló que ya la había dejado atrás a los 14 con su novio Reg Jones.

Johnny Depp

“Después de un concierto, con una ‘groupie’, en el asiento trasero de una vieja furgoneta”.

Joe Jonas

Se quitó el anillo de castidad que lució durante sus años en The Jonas Brothers con la actriz Ashley Greene,

Gerard Piqué

Contó que no perdió la virginidad hasta los 20 años por timidez.

Daniel Radcliffe

Su estreno fue a los 16 con una chica de 23 años, cumpliendo así su sueño de hacerlo con una mujer mayor que él.

Miley Cyrus

Durante su noviazgo con Justin Gaston, la cantante abanderó una corriente de pureza. Hubo dudas sobre si ella la practicaba.