¿Un enorme bloque de orina congelada? Ni ha sucedido ni sucederá nunca. Los aviones no tiran ‘por la borda’ el contenido de los aseos. Almacenan todos los desechos en un contenedor que no se vacía hasta que el avión aterriza, y a cuya seguridad se presta mucha atención. Incluso aunque un piloto enloquecido quisiera tirarlo, solo se puede acceder a él desde el exterior del avión.
En muy raras ocasiones, de los aviones se desprenden trozos de hielo. Anualmente, unos tres millones de vuelos cruzan el espacio aéreo británico; en ese mismo período, la Autoridad de Aviación Civil recoge únicamente entre 20 y 30 informes de posibles desprendimientos de hielo. La AAC investiga todas las quejas comprobando las rutas aéreas relevantes. Estima que, durante los últimos 20 años, unas cinco personas han sido golpeadas por trocitos de hielo desprendido.
En julio de 2009, un trozo de hielo del tamaño de una pelota de fútbol aplastó el techo de un automóvil en Loughborough (Leicestershire), pero en aquel momento no había ningún avión en la zona, y el incidente se atribuyó a una concentración de granizo atípica.
El hielo que se desprende de los aviones o bien es agua condensada y congelada en las alas debido a la altitud y que se funde cuando el avión aterriza, o bien es agua del sistema de aire acondicionado, filtrada por alguna junta del fuselaje con defectos de sellado. En los aseos de los aviones suele añadirse un producto químico azul que elimina el olor de los desechos y descompone los posibles sólidos, pero si cayera hielo azul del cielo, se debería a un fallo en la tubería de entrada. Es imposible que proceda del aseo o del contenedor, que es una unidad completamente integrada y sellada.
En EEUU, la Administración Federal de la Aviación se muestra igualmente afirmativa. Ningún estadounidense ha sido golpeado por ningún objeto caído del aseo de un avión. Las quejas a la AFA sobre bolitas marrones caídas del cielo siempre aumentan durante la estación migratoria de las aves. La AFA también atribuye el supuesto «hielo azul» a aves incontinentes que han comido bayas azules.
Al igual que los aviones, los trenes británicos modernos tienen tanques de almacenamiento químicos, pero algunos de los más antiguos siguen descargando los desechos de los aseos directamente sobre las vías.
Redacción QUO